Náufragos
La dirigente del PP valenciano, con cientos de casos imputados y algunos sentenciados por corrupción, tildaba la reunión de esta semana entre Ximo Puig y Carles Puigdemont de alta traición. Intentemos sustraernos por instantes del caliente debate ideológico e identitario que, por ahora, ha dado tantos buenos réditos al PP valenciano y balear. Y vamos a las cifras frías.
La Comunidad Valenciana Baleares y Cataluña son las autonomías con menos funcionarios per cápita. Las tres son las únicas que tienen un déficit fiscal enorme (dejando aparte el caso de Madrid, puesto que es una farsa estadística). Son las tres junto con Murcia y, probablemente si se discriminan los datos, la Andalucía oriental, las que pierden más posiciones en la recepción de recursos en relación al grado de riqueza creado.
Y son la Andalucía Oriental, Murcia, Valencia y Cataluña las directamente afectadas por la carencia de comunicación en ferrocarriles con vías de ancho europeo por pasajeros y por mercancías hasta Europa, siguiendo el camino que han marcado todos los intercambios civiles o armados desde el tiempo de los cartagineses, antes de que Felipe II inventara Madrid.
La reivindicación del corredor mediterráneo fue el tema estrella de la reunión Puig-Puigdemont. ¿Quién politiza la demanda? ¿Quiénes sufren la carencia de conexión con Europa? ¿O quién, sin otra razón que el diseño artificial de una estructura radial, prioriza la identidad sobre el bienestar?
Las últimas cifras de balanzas comerciales son contundentes: Cataluña en una década (1995-2013) ha pasado de vender al exterior del 23% al 40%. Y de comprar el 36% al 48%. Mientras con el Estado español se ha disminuido del 40% al 30% y del 25% al 20% respectivamente. Por lo tanto, mientras Cataluña se está acercando al 50% en el comercio internacional, está menguando el comercio con el Estado español.
Pero hay más. Este fenómeno se está reproduciendo a diversa escala en todo el arco mediterráneo, desde Málaga a Girona. Las exportaciones de productos, las importaciones o la captación de turistas internacionales ya tienen mucho más peso que el mercado español.
Y todavía hay más. El mercado residual español, observado desde la óptica interregional, sitúa el comercio de compra y venta con Aragón, Valencia y Baleares hacia el 40% del total. Si añadimos la totalidad del eje del Ebro (Bilbao- Barcelona) y del eje mediterráneo (Málaga-Barcelona), se llega a las 2/3 partes del total de los intercambios. Esto en cuanto a Cataluña. Observado desde la óptica de Aragón o Valencia, los porcentajes de la relación con Cataluña sobre el total son mucho más altos.
Entonces, si Felipe II no hubiera creado Madrid, aquella isla de la que habla Óscar Pazos, y la oligarquía que lo ha sucedido no hubiera basado su poder en la perpetuación de un modelo radial- ¿Qué sentido -que no fuera la política identitaria españolista- tendría mantener la precariedad presupuestaria y de infraestructuras las regiones que aportan más de la mitad del PIB español?
Rajoy, como antes el PSOE, es el defensor de la España isla. Aquella que ya en tiempo de Felipe II prohibía los estudiantes salir al extranjero y traducir libros al español. Y dentro de esta isla, aislados y empobrecidos, quieren a los baleares, valencianos, murcianos…Náufragos bajo el «madroño», con el oso del Estado controlando.