Nadie se acordará de los bancos cuando hayan muerto
No es un secreto que desde que estallara la fatídica crisis económica en nuestro país, las pymes, micropymes y startups se hayan visto asfixiadas por la falta de crédito. Aun así, en su momento, algunos grandes del sector se empeñaron en negarlo (uno de ellos, Botín) y lo achacaban a la falta de demanda.
Ahora, conocemos el dato. Lo ha sacado a la luz BBVA Research y lo publica este periódico: el cierre del crédito bancario al sector privado acumula un desplome de 543.000 millones desde 2008, lo que supone una caída del 29%.
Esta ausencia de crédito ha mantenido al motor de la economía española, las pequeñas y medianas empresas, en un coma inducido durante los peores años de la crisis. Y no será por falta de ayudas puestas a disposición de los bancos.
Pese a los miles de millones de euros públicos prestados e inyectados a las entidades, el crédito no ha hecho más que caer desde que comenzó 2008 hasta hace relativamente poco. Ahora es la banca la que se ve forzada a dar crédito por la bajada de tipo de interés.
Y precisamente, es ahora la banca la que lentamente se asfixia. Y las pymes han encontrado otras fuentes de financiación. La banca tradicional ya no es lo que era. No se sorprendan si en nuestro país, uno de los más bancarizados del mundo, vamos a ver fusiones de bancas por doquier en los próximos años.
Siendo justos, diremos que las entidades bancarias ahora son más seguras que hace ocho años desde el punto de vista del capital -sobre todo tras la fuerte reestructuración tras la crisis de las cajas de ahorro-. Recordemos que el tamaño del sistema bancario español se ha reducido un 19% desde el 2012. Pero, también son mucho menos rentables.
Las recientes palabras del director del Banco Popular son un indicador más evidente que cualquier cifra «mientras no seamos más rentables, no podremos atraer a los inversores y salir de este círculo negativo». Claro, es que los inversores exigen esa rentabilidad que la banca no puede ofrecer y de ahí su penalización en Bolsa.
La bajada de los tipos de interés, la inestabilidad en los mercados internacionales (véase China y los emergentes), los nuevos requisitos de capital regulatorio, y sobre todo la irrupción de nuevos competidores, como la banca ética y el FinTech, están haciendo que los bancos pierden el pulso.
Esto último, (sí, formas de financiación como el crowdlending, capital riesgo, los business angels, etc.) ofrece una flexibilidad, transparencia y una agilidad a la hora de prestar dinero con la que los grandes no pueden competir. Estas formas de financiación alternativa juegan con la baza la tecnología.
Y precisamente, la adaptación digital es otro de los males a los que se enfrentan los bancos tradicionales. Es cara. Y parece que aunque lo están intentando, los gigantes bancarios no saben muy bien por dónde van los tiros.
Lo que sí sabemos es que el sector de la tecnología financiera es el segundo sector que más inversión ha recibido en nuestro país, sólo por detrás del ecommerce. Un dato para no perder de vista.
La solución ante este periodo de cambios es compleja, pero un factor clave es que los bancos sean conscientes de la revolución que está experimentando su sector. Que se adapten e incluso que se alíen con sus competidores. Y sí, que se fusionen si hace falta.
Necesitamos una supervisión bancaria más cercana a la gestión para evitar errores del pasado y también mayor inversión en tecnología y mayor agilidad a la hora de ofrecer créditos empresas y particulares. Y que se den cuenta de que ya no tienen en el monopolio del crédito.
Ya lo decía Darwin, «las especies que sobreviven no son las más fuertes, ni las más rápidas, ni las más inteligentes, sino las que se adaptan mejor al cambio».