Nadie quiere salvar el estado de bienestar
Una campaña electoral es una gran oportunidad para generar un debate sobre los problemas estructurales de un país. Es verdad que los partidos políticos sólo están preocupados en estas semanas por movilizar el voto de los indecisos. En una campaña se suele mover un porcentaje muy pequeño, pero el 20 de diciembre será diferente. Estos comicios tienen un carácter especial, con la esperanza, para muchos ciudadanos, de iniciar una nueva etapa, repleta de reformas políticas y económicas.
Sin embargo, no parece que los dirigentes políticos quieran emplearse a fondo. Nadie discute que se desea mantener el estado de bienestar, que lo conseguido en todos los años de democracia no se pretende lanzar por la borda. Pero para mantener esos servicios se necesitarán esfuerzos que no se concretan, más allá de algunas ideas de Ciudadanos, y, en menor medida, del PSOE.
Un ejemplo es el debate sobre las pensiones. En Europa tenemos dos grandes modelos. El de España, el de la Europa continental, basado en el modelo de reparto, proporcional, y que instauró en su día el canciller Bismark, o el asistencial, que caracteriza a los modelos anglosajones, en particular al británico, si nos referimos a Europa.
Nadie en España quiere cambiar el modelo, pero nos dirigimos, sin quererlo, o de forma inconsciente, al asistencial. Y lo que nos jugamos es muy diferente. En el actual, las clases medias se ayudan entre ellas, en el segundo lo que se intenta es protegerse de la miseria, como apunta el economista Miquel Puig.
El hecho es que en un modelo de reparto se necesita que los trabajadores en activo puedan cotizar de forma suficiente para cubrir los derechos que adquirieron en el pasado los que ahora ya están en edad de jubilación. Y todo depende, o en gran medida, de que los trabajadores jóvenes cobren mejores salarios que los que cobraron los ahora jubilados.
¿Creen que eso está pasando, teniendo en cuenta que las cotizaciones son proporcionales a los salarios actuales y las pensiones lo son respecto a las cotizaciones del pasado?
Existe un problema estructural sobre la competitividad, sobre por qué en España los salarios son tan bajos, que condiciona el futuro del país. Sin decirlo en voz alta, los responsables políticos –que conocen esa realidad—nos llevan al modelo asistencial. Quien pueda que ahorre, que invierta, que se busque la vida con planes de jubilación privados, y los que no, ya tendrán una ayuda, la que en ese momento se pueda ofrecer. Ese es el mensaje latente.
El camino es hacia los países anglosajones. Hay muchos condicionantes en la economía, y el esfuerzo que se debería realizar en España tal vez nadie lo quiera afrontar. ¿Una vuelta de tuerca más a la fiscalidad, castigando a las clases medias? Seguramente esa no es la solución. Pero si no se apuesta por el modelo, lo más decente sería decirlo. Es el momento para que cada uno muestre sus cartas.