Mudanzas andaluzas

La alternativa al ‘cortijo’ del PSOE pasaba por Vox, que utilizaron la baza para convertirse en una opción de derecha radical pero influyente

Será una legislatura con sobresaltos. Andalucía ha dado el vuelco político gracias al doble pacto del centro derecha. PP con Ciudadanos. PP con Vox. Su presidente Juan Moreno Bonilla está persuadido de que lo más difícil ya lo ha conseguido.

Que el primer gobierno no socialista de Andalucía empiece a andar. Se trata de poder gobernar hasta el final. Sin descarrilar. Pero va a tener mucho control, desde la bancada de su socio externo (Vox) y desde una oposición que no acaba de asimilar el cambio de ciclo.

Y mucha contestación en la calle por parte de la izquierda que ha decidido desdoblarse para presionar contra el gobierno de populares y centristas. Suele ocurrir.

Cuando Javier Arenas no obtuvo la mayoría para gobernar, no organizó protestas

Cuando se ha ejercido el poder durante tantos años y los electores retiran su confianza al partido tradicional, aparece la alternancia y los afectados encajan mal el golpe. Pero nunca como ahora habían reaccionado con tan malas artes.

Cuando Javier Arenas ganó las elecciones autonómicas hace seis años, no obtuvo la mayoría suficiente para gobernar y el pacto entre el PSOE e Izquierda Unida le dejó con la miel en los labios. Pero el PP no organizó protestas. Mucho menos para rodear el parlamento.

Claro que entonces el populismo, que ahora está arrastrando a los socialistas de Sánchez, no era ni un proyecto en la política española. Los episodios de asedio al Parlament de Cataluña estuvieron más relacionados con los indignados que querían evitar que se aprobasen los presupuestos de Artur Mas (2011) que incluían duros recortes y los que quieren proclamar, años después, la independencia.

Pero las protestas por el resultado en las urnas es un espectáculo impropio de una sociedad democrática. ¿Sólo se aceptan los resultados electorales que nos gustan? ¿De la misma forma que sólo se cumplen las leyes que nos interesan, como ha ocurrido en Cataluña?

La sombra de vox, la excusa

Los nuevos gobernantes andaluces deberían estar preocupados por estas secuencias de protestas. Porque en democracia hablan las urnas. También la calle, claro está. Pero la calle no puede suplantar a las instituciones. Como si fuera un órgano de contrapoder.

La sombra de Vox es la excusa de las movilizaciones. El partido de Santiago Abascal utilizó su condición de llave de la nueva gobernabilidad con gran habilidad. Renunciando a sus propuestas más polémicas (como la derogación de la violencia de género, entre otras) para no tener que explicar a sus 400.000 votantes que habían dejado escapar la oportunidad de favorecer el gobierno del cambio.

El estilo de Moreno Bonilla recuerda más a Núñez Feijóo que a Pablo Casado

La alternativa al ‘cortijo’ del PSOE pasaba por Vox. Y utilizaron la baza para convertirse en una opción de derecha radical pero influyente. Dicen que son constitucionalistas. Y el presidente Moreno Bonilla se aferra a eso.

Este dirigente templado, cuyo estilo recuerda más a Núñez Feijóo que a Pablo Casado, que fue capaz de hilvanar la prepotencia inicial de Vox con el pánico escénico de Ciudadanos, se aferra a lo que ha firmado.

Porque sabe que a Vox le interesa más utilizar el Parlamento andaluz como caja de resonancia que para bloquear la gobernabilidad. Pero la izquierda utilizará el recurso al miedo. Ya lo hizo Susana Díaz, sin encajar aún que su partido no tiene el monopolio de toda Andalucía. Y la desbordó la representante populista en demagogia y mal estilo.

Tratando a Abascal de ‘pistolero de Bilbao’ proyectando una imagen de asesino justiciero como si fuera un ‘caza recompensas’ de los ‘westerns’ de Clint Eastwood. Pero estaba hablando de una víctima de ETA. ¿Ignorancia, sectarismo o maledicencia?

La izquierda desalojada del poder en Andalucía no oculta su contrariedad. Susana Díaz tiene un doble vía crucis.

Fuera: tendrá que defenderse cuando su sucesor empiece a sanear las cuentas. Y las auditorías afloren datos de presuntas irregularidades y de cargos de confianza injustificados.

Y dentro: la ofensiva del PSOE de Sánchez para desalojarla está ya encarrilada. Sabe que se mueve en la cuerda floja. Tiempo de mudanzas. Si la izquierda sigue sin responderse a las preguntas clave (¿por qué les abandonaron tantos votantes? ¿Por qué un 15% de sus electores optaron esta vez por Vox?)

Les espera una larga travesía del desierto.