Mucho twitteo independentista
Ya no es tabú poner en duda que las redes sociales sean redes sociales. Por ejemplo, Twitter va a la baja. Está perdiendo prestigio y credibilidad. En términos globales, la masa de sus usuarios decrece.
La caída se produce precisamente cuando en Catalunya el independentismo tiene en el twitteo su mejor plataforma activista. Si es un activismo en parte inducido o del todo espontáneo es algo que intriga a muchos. Pero fue así como se alteró significativamente la sentencia del tribunal de la Haya sobre Kosovo.
El magazine norteamericano The Atlantic, siempre atento a las nuevas tendencias, anuncia que Twitter ha entrado en etapa crepuscular. ¿Va a suceder lo mismo con los bullicios del twitteo secesionista en Catalunya?
Demasiado twitteo –según The Atlantic– se ha hecho cruel, mezquino y fraudulento. También se ha hecho predecible, y no en el sentido más positivo. Es el declive de las redes sociales como Twitter y Facebook, como ya se dio una pérdida de prestigio y entidad del blog y los blogueros. Twitter sigue en uso pero ya no como un modo de inmersión ni como una iluminación comunicativa.
Luego, en formato de micro-blogueo, el auge de Twitter se dio en las jornadas de la Primavera Árabe, que es un modelo reconocido por el secesionismo catalán de la ANC. De ahí la idea recurrente de ocupar la plaza de Catalunya en el intento de conseguir algo que es irreal y divisivo para la sociedad catalana.
El hecho de que la Primavera Árabe fuese un fiasco bastante generalizado no es obstáculo para que los twitteros independentistas sigan desplegando un lenguaje agresivo y alguna expresión de odio que –como ocurre en estos casos- genera efectos de retroalimentación.
Por otra parte, cualquier día el twittero auténtico percibe que no se está dirigiendo al mundo entero si no a una pequeña comunidad, casi autista, excluyente. Eso es detectable en el twitteo del independentismo.
Pero en el fondo, lo sintomático es la presencia tan desproporcionada que Twitter ofrece a un independentismo que, por carecer de un manual de rigor, opta por simplificar sus anatemas en 140 caracteres, no pocas veces tecleados irreflexivamente o con la estricta intención de provocar.
Del mismo modo, parece importar poco que la situación político-institucional en Egipto no tuviese ni tenga que ver con el Estado de derecho en el que convive la sociedad catalana.
Yo twitteo y tú me respondes, pero el universo no nos escucha. Nos estamos quedando solos. No sabemos cuántos de los seguidores de una cuenta de Twitter son personas reales, dice The Atlantic.
Las redes sociales entran en la fragmentación. Esto explicaría que el twitteo secesionista se haga más belicoso cuando más confuso es el horizonte de la independencia de Catalunya. Y, después de Twitter, ¿qué?