Montoro se mete en nuestros ordenadores

El ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, presentará esta semana un plan que reforzará la lucha contra el fraude. Las nuevas medidas se basan en registrar los ordenadores de empresas y autónomos en busca de supuestas contabilidades B.

Los inspectores pondrán la proa a dos sectores sobre los que tradicionalmente cae el sambenito de estafar al erario: hostelería y construcción. Conociendo sus métodos, el ministro escudriñará los sistemas de manera irrespetuosa e invasiva; no cabe margen para la menor duda.

Vistos los antecedentes y el actual planteamiento, la campaña está orientada al fracaso. Además de eternizar estigmas, la batalla contra los delincuentes fiscales vuelve a concentrarse en los contribuyentes que apenas tienen defensa ante los designios arbitrarios de los inspectores.

 
Vistos los antecedentes y el actual planteamiento de la lucha antifraude, la campaña está orientada al fracaso

Admitamos que no todos somos Iñaki Urdangarín ni su ilustre esposa, la misma que lleva 20 años en un banco y no reconoce la cuenta de resultados de su propia empresa. Es de temer que no sólo el pedigrí dé supuesta protección, sino que el tamaño de las compañías también actúe como salvoconducto.

Los sistemas informáticos de las grandes corporaciones, las que facturan en España millones de euros pero apenas pagan centenares al basar su fiscalidad en Irlanda, o las integrantes del Ibex, quedarán al margen de la estrategia.

La prueba de que la metodología de Hacienda ha sido ineficaz bajo el punto de vista de los ingresos públicos es que, desde que Montoro la activó hace dos años, la recaudación apenas ha repuntado. Se calcula que el Estado podría haber ingresado 64.000 millones más si el combate hubiera sido eficaz.

La cifra es realmente escandalosa (seis puntos de PIB y un 50% más que el rescate bancario) y sus causantes merecen ser perseguidos y castigados. Pero difícilmente se reducirá si el foco de la inspección se concentra en autónomos y pymes.

 
No podíamos esperar intenciones eficientes de un ministro débil y sospechoso de cargar a cuestas una mochila de servidumbres

Buena parte del fraude que se descubrirá, como ha sucedido hasta ahora, lo alimentan empresas en apuros financieros, que probablemente regresarían a la legalidad si la presión fiscal fuera menor. Pero el hombre que se jacta de haber “descolocado a la izquierda” con sus tributos difícilmente aflojará.

Al fin y al cabo lo que se nos anunciará en las próximas semanas es una reforma para que paguemos lo mismo, aunque distribuido de manera distinta, y la continuidad del despotismo clásico de la Agencia Tributaria.

Seamos realistas, no podíamos esperar intenciones eficientes de un ministro débil y sospechoso de cargar a cuestas una mochila de servidumbres.