Montefibre, a punto de relanzarse

La veterana Montefibre Hispania, productora de fibras textiles acrílicas, está muy cerca de su resurgimiento, como si de una moderna ave fénix se tratara. La compañía, con sede en Barcelona, atraviesa sus vicisitudes más recientes a partir de 2013, cuando cae en barrena, debido al cerrojazo bancario y otros avatares, y baja la persiana de su centro fabril de Miranda de Ebro (Burgos).

Luego, los acontecimientos se precipitan. Presenta una regulación de empleo para el grueso de la plantilla. En julio, insta suspensión de pagos, con deudas de 31 millones de euros. Durante ese ejercicio sufre unas pérdidas de 21 millones, con una facturación de 49. Para colmo de males, el accionista único de la casa, el grupo italiano Montefibre, se acoge en su país al procedimiento de insolvencia y entra en una liquidación que puede prolongarse mucho tiempo.

Pocas empresas habrían sobrevivido a semejante concatenación de peripecias. Sin embargo, hete aquí que Montefibre se encuentra hoy a un paso de salir del bache. En efecto, el juzgado aprobó el pasado diciembre el convenio de acreedores, que encierra cláusulas muy favorables, como una quita del 60% del pasivo y el reembolso del 40% restante en cuatro plazos, con cuatro años de carencia.

Una vez esquivado el escollo del concurso, el fondo inversor Praedium Management entra en escena y esta semana se ha erigido en nuevo dueño de Montefibre. Para ello, ha suscrito una ampliación de capital de dos millones de euros, que le confiere el 90% de las acciones. El restante 10% sigue en poder de la Montefibre italiana, confiada en que su ex filial ibérica se recupere y su paquete accionarial alcance un valor razonable.

El cordón umbilical que todavía une a ambas entidades garantiza a la firma española el acceso a la potente tecnología de su homónima italiana. Para Praedium, esta incursión significa redondear su presencia en el mismo sector, ya que desde 2009 es titular de Nylstar (ex Safa), de Blanes, histórica fabricante de fibras de nylon, feudo de los Vilá Marqués y Vilá Marsans hasta su ingreso en la órbita de la francesa Rhone Poulenc.

El ajuste de Montefibre Hispania cuenta con dos bazas notables. Una es la plantilla, que habrá de asumir grandes sacrificios, como un recorte salarial del 30% y un incremento de la jornada laboral del 15%. La otra reside en el equipo directivo, encabezado por Juan Carlos Rovira del Canto, consejero delegado, y José María Olavide Díaz, director general. Sin su tesón a toda prueba, difícilmente se hubiera evitado el naufragio de la empresa.

«Estamos trabajando para que la fábrica de Miranda reabra sus puertas el próximo verano y las máquinas vuelvan a ponerse en marcha –explica Rovira–. Es un momento ideal para el retorno al mercado, porque concurren varios factores positivos. Así, la bajada del precio del crudo aminora nuestro gasto energético y el coste de nuestra materia prima, que es un derivado del petróleo. A la vez, la fortaleza del dólar y su aproximación a la paridad con el euro nos hace más competitivos en las operaciones exteriores, que representan el 90% del giro total».

Fibra de carbono

En este momento, la nómina de Montefibre abarca 42 personas, dedicadas al mantenimiento de la factoría. Cuando se reanude la producción, se contratará a un centenar de ex empleados. Si se cumplen los planes trazados, la facturación se situará en unos 25 o 30 millones de euros el primer año.

Además de las fibras textiles, la compañía planea experimentaciones con fibra de carbono, material llamado a registrar una alta demanda los próximos años. Con tal finalidad, ya ha constituido una sociedad que abordará semejante actividad.

Montefibre se fundó en Barcelona en 1973, mediante la fusión de dos firmas de dilatada tradición textil, Industrias Químicas Altamira y Acsa Española. En sus inicios fue subsidiaria del grupo italiano Montefibre-Edison, con Banco Industrial de Cataluña como único socio español. Corriendo los años, la casa matriz italiana se hizo con el 100% del capital.

Curiosamente, el primer presidente de la compañía fue Jorge Pujol Soley, quien a la sazón aún no había catalanizado su nombre de pila. Desempeñó el cargo desde 1973 hasta 1975, cuando cesó para iniciar su larga carrera política. Le relevó otro catalán, Manuel Guasch Molins, ex alto cargo del Ministerio de Comercio que luego ocuparía las cúpulas de Fasa Renault y Ebro Agrícolas, entre otras sociedades.

Ahora en portada