Momentos convulsos para el mercado laboral
Un reciente estudio de Infojobs concluye que 27% de los trabajadores españoles está decidido a dejar su puesto de trabajo a corto plazo por cuestiones de salud mental, razones económicas o por emprender un cambio de rumbo vital
A lo largo de las últimas semanas se ha escrito mucho sobre la situación del mercado laboral en nuestro país a raíz de la recién estrenada reforma laboral y el anuncio sobre el incremento del salario mínimo. Sin embargo, el mercado laboral sufre algunos movimientos estructurales relativamente nuevos, que suponen una amenaza para la estabilidad del tejido económico y que merecen ser atendidos de forma coordinada por la administración, las instituciones educativas y el sector privado.
El primero de estos fenómenos es el que se ha bautizado como “the great attrition” – la gran dimisión – en referencia al fuerte incremento en el número de renuncias voluntarias a puestos de trabajo durante los últimos meses. El segundo es el llamado “skills mismatch” – desajuste en cualificaciones – en referencia a la falta de correspondencia entre las habilidades que los individuos poseen y las requeridas por el mercado.
Un 27% de trabajadores se estaría pensando dejar su puesto de trabajo
Un reciente estudio de Infojobs concluía que nada menos que el 27% de los trabajadores españoles está decidido a dejar su puesto de trabajo a corto plazo. Los motivos son diversos: cuestiones de salud mental – resulta inevitable asociarlo al contexto convulso de la pandemia, razones económicas o la intención sobrevenida de emprender un cambio de rumbo vital.
Este fenómeno no es exclusivo de España: la consultora McKinsey cifra en un 40% el número de empleados estadounidenses abiertos a abandonar su puesto de trabajo en los próximos seis meses, algo que, concluyen, afecta de forma uniforme a todos los sectores empresariales y geografías.
Paradójicamente, este incremento en la movilidad laboral no contribuye a satisfacer las necesidades de contratación de las empresas: la Cambra de Comerç de Barcelona afirmaba en un estudio reciente que la falta de personal es la principal razón por la cual el 24% de las empresas catalanas no pueden crecer en facturación. La explicación quizá tengamos que buscarla en el otro fenómeno mencionado: el “skills mismatch”, o desajuste en cualificaciones.
Cataluña es una de las regiones europeas donde este hecho es más acentuado: un 37% de los trabajadores están en una posición laboral inadecuada respecto a sus cualificaciones; un 17% debido a la infracualificación y un 20% debido a la sobrecualificación, según datos publicados por la OCDE este mismo mes.
Una mayor cooperación entre universidades y empresas, podría suponer una mejora
Una forma evidente de mejorar el encaje de aptitudes y formación entre la oferta y la demanda laboral es mediante una mayor cooperación universidad-empresa. En varios países europeos se pueden identificar buenas prácticas que han tenido resultados excelentes. En Noruega existe un programa maduro de doctorados industriales con resultados exitosos. En Estonia se fijó la formación continua como política de país prioritaria.
En la República Checa se trazó un plan director para incluir a la empresa privada en el diseño curricular a todos los niveles. La universidad tecnológica de Aalborg, en Dinamarca, sobrevivió al cierre de la sede danesa de Nokia gracias a que el campus y la administración se alinearon en tiempo récord para instalar un enorme parque empresarial dentro del recinto universitario, de forma que toda la actividad académica pivotara en torno a dar respuesta a las necesidades de los proyectos empresariales instalados allí.
Las experiencias ganadoras tienen un nexo común: una mayor integración entre el universo académico y el ámbito empresarial con la finalidad identificar con agilidad las necesidades laborales y disponer de propuestas académicas en constante adaptación. En nuestro entorno ya hay algunas experiencias embrionarias en este sentido, como la Formación Profesional (FP) dual, que deben ser reforzadas.
De hecho, el Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia del Gobierno español en el marco del programa Next Generation EU (NGEU) contempla una inversión de 254 millones de euros en los próximos años con el propósito de aumentar en 200.000 plazas la oferta de FP. Cómo distribuir estas nuevas plazas —e incluso las ya existentes— entre las titulaciones actuales —y, posiblemente, alguna nueva titulación que pueda diseñarse para tratar de responder más adecuadamente a las necesidades cambiantes de las empresas— requiere, por supuesto, de un análisis muy detallado de dichas necesidades, presentes y futuras, y de la colaboración del entorno empresarial.
La competitividad del tejido económico depende del talento. Los choques provocados por un incremento abrupto en el abandono laboral y por el creciente desajuste de cualificaciones entre la oferta y la demanda de trabajo suponen una amenaza para el crecimiento e incluso la sostenibilidad de las empresas de nuestro país. Aspirar a un mejor encaje entre las necesidades del sector privado y las aspiraciones de cada uno de nosotros es algo que puede ahorrar muchas frustraciones