Misión: dinamitar el PSC

Entender el devenir de los últimos meses del PSC sin bajar al fondo de las cloacas del proceso soberanista es imposible. Como escribimos hace unos días la suma de partidos claramente independentistas se mueve en todas las elecciones, desde principios de los 80, sobre un 40-50% de los votantes, es decir un 30% del censo. Por mucha intoxicación recibida en las últimas horas esta tendencia tampoco ha cambiado en las recientes europeas. Números son números.

Estos números claros son ocultados en la niebla de la propaganda más dura, TV3 y medios afines. Aún la historia podrá echar unas risas cuando lea titulares como “gran triunfo del independentismo” y compruebe que apenas se alcanzaba el 30% del censo electoral. Bueno, pero si así son felices tampoco les pediremos que hagan cuatro sumas. Eso sí, ese dato escondido en medio de la cortina de humo es bien sabido dentro de las cloacas independentistas. Y seamos sinceros organizar tal historia y pasarla por la sociedad civil, es cosa de profesionales. Y todo decirlo, también de buenos.

Los profesionales, hay que reconocerlo, sí que miran los números y sus tendencias. Cuando empezó el proceso sumaban los denominados tontos útiles –esta expresión les aseguro que no es mía, y quizás se escuche desde algún inodoro público– del PSC i ICV. Se decía algo así como “con estos ya sumamos ese 70-80% necesario para llegar a Ítaca”. Aunque fuera con la imaginación dialéctica del derecho a decidir. Ya les resultaba suficiente para calentar motores y cerebros.

Ellos saben, que nadie lo dude, esos datos citados. Desde la recuperación de la democracia nunca la suma de votos de partidos ahora independentistas alcanzaba el idolatrado 70-80%. Esa mayoría demandada por Artur Mas en su suicidio electoral del 2012 y auspiciada desde la cloaca. En porcentaje de diputados, siempre torticero su uso, estaban en dirección a Ítaca. Con la posterior, para ellos, huida del PSC –aquí podríamos hablar de otras cloacas– no llegaban ni por asomo. Sólo un tonto útil no era suficiente. Desde entonces, apareció la misión de dinamitar al PSC. Y el camino a seguir “la propaganda vía TV3, y afines”.

Alguien analizará un día los debates y noticias acerca del PSC en este trayecto de los últimos meses. Podrán compararlos con crisis como las de CIU, o hasta las de ERC en su momento. Ya les avanzo que los números no les sorprenderán.

Porque hablamos del PSC, pero ¿alguien recuerda un secretario general imputado en CiU? ¿una sede embargada? ¿un presidente llamado Puigcercós? o ¿cuántos saben que Carod Rovira es desde hace años ex militante de ERC? Sí, se dio de baja aunque poca gente lo sepa. Eso sí, ahora cada día recuerdan que un alcalde de un pueblo perdido en la montaña está en desacuerdo con el PSC de Barcelona y quizás se dé de baja. Curiosa forma de informar.

La misión clara es dinamitar al PSC al precio que sea. Las instrucciones son precisas. Con el PSC a pleno rendimiento, el proceso no es complicado, sino imposible. Ellos lo saben y en esa línea de demolición se trabaja. Infiltrados, algunos a sabiendas y otros casuales, harán del partido un gruyer de dimensiones siderales. La idea clave pero muy compleja es tomar por ERC el espacio del derrumbado del PSC, ya que el único tonto útil tampoco convence y en cualquier momento saldrá fuera. En todo caso, de ellos ya se encargarán las CUP o Podemos. También se ha oído por el inodoro. Tiempo al tiempo.

Uno puede pensar que tampoco Navarro o Lucena son unos cracks. Sería una conversación interesante valorar la utilidad y capacidad de los líderes del PSC enfrentados a los líderes de CiU o ERC. Pero, en todo caso, jamás debemos olvidar que cuando uno tiene delante a la cloaca con una misión tan clara es duro combatirla. El PSC lo tiene complicado. Aquí no es una lucha interna como algunos podrían pensar. Todo lo contrario. Es un acoso y derribo exterior. La cloaca podría compararse con la Italia y Alemania de los años 30. Recuerden que cuando ayudaban a alguien –pongamos a Franco– el fin de cualquiera estaba cerca. Al final los fascistas siempre actúan igual.

Y por cierto, ya que cada vez tengo más fans que leen lo que no escribo, cloaca es cloaca. Y ser independentista no es ser cloaca. Lo mismo que defender el status actual no es ser cloaca. Ambas son posturas respetables desde el diálogo. Para los obtusos, las cloacas van más allá de lo que uno puede pensar. Y como todos sabemos, muchas veces la mierda subterránea se mezcla con el agua y hasta incluso bien tratada nos la bebemos.