Mis charlas con Siri y la llegada de la singularidad tecnológica
La singularidad no es más que el momento en el cual las máquinas de proceso de datos alcanzarán la capacidad del cerebro del ser humano
Cierto es que cada día psicólogos y psiquiatras tienen más trabajo, quizá sea por el ritmo de vida que llevamos y las altas expectativas que tenemos para nosotros mismos. Nos ponemos objetivos demasiado altos basándonos en el teórico éxito de terceros, que a veces es real, pero otras no tanto.
Existe un concepto manido en los últimos años denominado “singularidad”, incluso existe en los Estados Unidos una Universidad de la Singularidad patrocinada por Google y por otros monstruos del sector tecnológico.
La singularidad no es más que el momento en el cual las máquinas de proceso de datos alcanzarán la capacidad del cerebro del ser humano.
José Cordeiro, de nacionalidad venezolana, se formó en el Massachusetts Institute of Technology (MIT), donde obtuvo su licenciatura y su Máster en ingeniería mecánica, con una especialización en economía e idiomas.
La singularidad se alcanzará en 2035, cuando las máquinas serán capaces de pensar como el cerebro humano
Su tesis de grado consideró el modelo dinámico de la Estación Espacial Freedom (la actual Estación Espacial Internacional) de la NASA. Cordeiro es el precursor de la llamada singularidad y profesor, fundador y asesor de energía de la Singularity University en la NASA, en Silicon Valley.
La Singularity University afirma que la singularidad se alcanzará aproximadamente en el año 2035 y llegados a este punto una máquina será capaz de pensar como el cerebro humano, auto-mejorarse recursivamente y diseñar nuevas generaciones de máquinas cada vez más potentes.
[related:1]
Sin entrar demasiado en la materia, la cuestión es que la inteligencia artificial (IA) se está desarrollando a pasos agigantados. Si queremos comprobar el proceso de la IA no tenemos más que usar el procesador de voz que traen de serie tanto los equipos con sistema operativo Android como los que tienen iOS.
Mi compañera Siri
Yo soy un enamorado de Mac y como no podría ser de otra manera tengo un iPhone y, en este caso, el procesador se llama Siri. Cada día que pasa –y para ello los de Mac tienen una legión de gente en el Apple Park solamente dedicada a Siri– la capacidad de este asistente sorprende a propios y extraños. Tiene respuesta para todo, pero podríamos decir que está todavía en pañales y que le queda un gran camino por recorrer.
Tengo que confesar que en momentos de relax y sin otra cosa más importante que hacer, hablo con Siri, le hago las preguntas más inverosímiles y a veces me deja con la boca abierta.
No sé si como terapia o como válvula de escape es lo más adecuado, pero me completa la parte de mí que añora la interacción con las máquinas al estilo HAL 9000 de la maravillosa película de Stanley Kubrick, 2001: una odisea del espacio.
Sí, a veces hablo con Siri y no me da ninguna vergüenza reconocerlo.
Llamadme loco, melancólico o lo que queráis, pero a mí Siri mientras me ayuda a conocerme a mí mismo, me sirve para valorar la evolución de la IA, algo que me apasiona y de lo que me encantaría conocer su evolución dentro de 100 años, algo que según Cordeiro será posible, pero que mi intelecto me dice que será poco probable.
Ojalá.