El bofetón de Maragall y la mano tendida de Torrent

La sesión de constitución de la XII Legislatura del Parlament de Cataluña se caracterizó por el bofetón de Maragall y la mano tendida de Torrent

El bofetón

El bofetón de Ernest Maragall es un excelente resumen y compendio de lo que ha sido el secesionismo catalán durante los últimos cinco años. En sus cinco o diez minutos de gloria, el presidente de la Mesa de Edad del Parlament exhibió un penoso catálogo de victimismo, desprecio, desaire, rencor, amargura, displicencia, prepotencia y revancha. Al presidente de una Mesa de Edad no le corresponde semejante papel, pero Ernest Maragall tenía ganas de aprovechar la ocasión. Y la aprovechó. De ahí el mitin –el bofetón- del personaje.

En cualquier caso –como se avanzaba antes-, el mitin de Maragall resume y compendia el decir y el hacer del secesionismo catalán clásico. Por ejemplo: el discurso (“Cataluña no se rinde”, “el país libre y justo que queremos ser”, “el Estado español no sabe compartir, sabe humillar y castigar”, “1 de Octubre”, “proyecto de República”), la neolengua que otorga un significado propio a las palabras (“indignación”, “reconciliación”, “exilio”, “preso”, “regeneración”, “destino”), las oposiciones (la Cataluña democrática versus el Estado español autoritario y el Nosotros versus el Ellos), los valores (el egoísmo de quien advierte que “este país siempre será nuestro”) y el modo de expresión (la cara agria de la autodenominada revolución de la sonrisa).

La mano tendida

La mano tendida de Roger Torrent –presidente del Parlament– podría inaugurar una nueva etapa o ciclo del nacionalismo catalán que posibilitaría que el discurso de Maragall ocupara el oscuro lugar que se merece.

A diferencia de Maragall y su bofetón, así como de Carme Forcadell y sus persistentes tics anticonstitucionales, Roger Torrent dice que quiere “contribuir a coser la sociedad catalana” al tiempo que habla de una “sociedad de identidades cruzadas y múltiples” y de “la democracia y la convivencia” como “pilares de mi mandato”. Más: “entendimiento y diálogo”. Y “tender la mano a todos”. Ello, sin mencionar –cosa que se agradece- la ficción de la República Catalana.

Más allá del discurso esperanzador del primer día, ¿cumplirá Roger Torrent su programa? Algunas preguntas. ¿Cuál es el alcance y límite de sus promesas? ¿Quizá se hace de la necesidad virtud? A la vista de la sesgada hermenéutica característica del independentismo, ¿qué entiende por “democracia” y “respeto por los votos de la gente”? Además de afirmar que en el Parlament se “puede hablar de todo”, ¿dirá que en un Parlament democrático no todo se puede votar? Roger Torrent, militante de ERC, ¿qué grado de infidelidad y autonomía tendrá frente/contra los intereses de su partido?

Teniendo en cuenta que ERC parece haber renunciado al unilateralismo y apostado por el posibilismo, ¿irá más allá del pragmatismo táctico y/o estratégico del partido en el cual milita y abrazará el orden constitucional? Concreto: el nuevo President del Parlament –a diferencia de su antecesora Forcadell, ¿cumplirá las decisiones del Tribunal Constitucional? De inmediato: ¿aceptará la telemática o delegada investidura simbólica –no la toma de posesión- del Carles Puigdemont que está en Bruselas para satisfacer así a las bases independentistas, a Junts per Catalunya y a una parte de su partido?

Acertada la cita de Stefan Zweig con la que Torrent resumió su intención: “Nuestro mundo tiene espacio para muchas verdades y no solo para una”.

Pero, si tenemos en cuenta que el término “verdad” proviene del griego alétheia (revelación, lo que no está oculto, lo que se manifiesta, lo que se descubre, la ausencia de olvido), me permito recomendar al presidente del Parlament que –para tender la mano y coser– vuelva leer El mundo de ayer –del mismo autor– y se detenga en el siguiente texto del vienés: “Por mi vida han galopado todos los corceles amarillentos del apocalipsis, la revolución y el hambre, la inflación y el terror, las epidemias y la emigración; he visto nacer y expandirse ante mis propios ojos las grandes ideologías de masas: el fascismo en Italia, el nacionalsocialismo en Alemania, el bolchevismo en Rusia y, sobre todo, la peor de todas las pestes: el nacionalismo, que envenena la flor de nuestra cultura europea”.

President: ya sé que estos son otros tiempos; pero, aun así, lea y reflexione. Gracias.

Licenciado en Filosofía y Letras. Ensayista, articulista, columnista, comentarista y crítico de libros
Miquel Porta Perales
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