Ministro Montoro, destituya de una vez al presidente de Navantia

Hay actuaciones que debieran sufrir penas contundentes y ejemplificadoras. Una de ellas es la del presidente de Navantia, José Manuel Revuelta. Este ejecutivo, antiguo jefe de gabinete de Alfonso Cortina en Repsol, es el responsable del futuro de los astilleros públicos españoles. Quedan pocos y son ineficientes, incapaces de construir un metanero como los que necesita ahora Gas Natural para dar servicio a sus contratos mundiales de abastecimiento.

La gasística llevó a cabo en abril un concurso para alquilar metaneros (cuatro barcos gigantes que transportan gas) para los próximos años. Se presentaron armadores de todo el mundo. Y lo ha ganado uno español, de Galicia, y otro internacional, de Noruega. Ninguno de ellos había previsto que los barcos los construyera Navantia, que agrupa a los principales astilleros españoles. Corea, Japón y China se han especializado. Arman mejor y más barato. Allí se harán.

Ahora resulta que Navantia, que es propiedad de la SEPI, no sabe qué hacer con sus trabajadores en Cádiz, Galicia o País Vasco. Les cae la carga de trabajo y nadie en la empresa pública se ha preocupado de que los principales contratos del momento tengan nada que ver con la compañía del Estado. Ni Revuelta ni su anterior consejero delegado han sido capaces de dar continuidad al empleo de los trabajadores públicos y, desesperados, piden que Gas Natural rescinda el contrato con sus adjudicatarios y se lo entregue a ellos.

 
Ni Revuelta ni el anterior consejero delegado son capaces de dar continuidad al empleo de los trabajadores

La mala gestión está perfectamente diagnosticada y castigada en la empresa privada. En la pública, sin embargo, cuesta algo más. El ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, tiene la responsabilidad de destituir a quien ha sido incapaz de construir una empresa pública eficaz, competitiva y bien gestionada. Al contrario, Revuelta es uno de esos ejemplos de administradores de lo público a los que la pólvora del rey les parece inagotable.

Si somos escrupulosos con los impuestos de los españoles, más debemos serlo con el dinero que los contribuyentes aportan. Que ahora Revuelta intente culpar a las empresas privadas de su desidia y altanería en la gestión sólo prueba que sería mejor torero que presidente. Así que no perdamos ni un minuto, que se dedique a los astados. A todos los contribuyentes nos irá mejor.