Miedo a dar el primer paso en la política española

El temor en la clase política a llevar la iniciativa para acometer reformas agrava la desafección de los ciudadanos

Dar el primer paso en política es siempre sinónimo de error. Es mejor esperar a que sea otro el que abra camino y certifique que se puede transitar por él.

En la política española hemos visto estos días el miedo a dar el primer paso para afrontar la cuestión de las pensiones, hasta que los jubilados han decidido manifestarse por las calles de España.

La reforma de las pensiones era el mantra político, al no poder ser cubiertas las demandas de la sociedad mientras que los pensionistas plantean una cuestión previa: que se cumpla lo que en su día se pactó y se suban las pensiones.

Sin las movilizaciones no hubieran conseguido un incremento del 3% de sus pensiones; quien no grita no se hace escuchar.

¿Se podrá mantener por mucho tiempo un equilibrio entre la cada vez mayor capacidad de organización de la sociedad civil y la lentitud tediosa de los gobiernos?

La constatación del caso de los pensionistas y las movilizaciones contra la brecha salarial de las mujeres permiten observar hasta qué punto la política moderna se sigue haciendo como la de siempre, con miedo a dar el primer paso y esperando que los acontecimientos decidan por ella.

La cuestión que plantea esta falta de sincronía entre acción política y realidad social se hace más compleja cuando observamos que nuestro tiempo está regido por la velocidad, la aceleración, las redes sociales, la comunicación y la datificación de cualquier aspecto de la vida.

Más distanciados que nunca

Debemos preguntarnos si se podrá mantener por mucho tiempo un equilibrio entre la cada vez mayor capacidad de organización de la sociedad civil y la lentitud tediosa de los gobiernos en la toma de decisiones.

Son preguntas que se formulan mientras la brecha entre lo que el Estado puede hacer por los ciudadanos y lo que los ciudadanos pueden hacer por ellos mismos se hace cada vez más grande y peligrosa.

La brecha recuerda, con todas las diferencias económicas y políticas, a otras brechas históricas como la que vivió Francia en el siglo XVIII, al ver como en pocos años se pasó de la ilustración a la revolución francesa.

Debemos buscar dicha similitud en la brecha, no en la causa que la provocó.

Fotografía de un pleno del Congreso de los Diputados. EFE

Pleno del Congreso de los Diputados para anaizar el sistema de pensiones en España. EFE

La brecha se está abriendo debido a la nula capacidad de reforma de las instituciones para actualizar sus funciones y a a la debilidad política para imaginar el futuro de sus partidos, compromisos que son determinantes en un sistema llamado democracia.

Muchas políticas europeas sin complejos han abierto el debate de que es necesario reformular la democracia. No para avanzar en derechos, sino para limitarlos como reacción para cerrar cuanto antes la brecha.

La brecha se abre por la nula capacidad de reforma de las instituciones

Mientras, entidades y fuerzas políticas buscan enfrentarse a la situación intentando entender que ellos forman parte de las causas que la han originado, otros trabajan para negar su existencia, intentando tapar a golpe de decretos y censura con objeto de preservar para ellos el poder político.

El miedo a dar el primer paso en la política española para admitir que la brecha se está consolidando entre los ciudadanos y el Estado va a desbordar sus previsiones de control de la situación. 

Constatarán que los ciudadanos han superado las cuestiones identitarias para centrarse en reclamar únicamente la justicia social sin una gota de ideología.

Ahora en portada