Messi, Hacienda y la paranoia de los hooligans

Messi, Hacienda y la paranoia de los hooligans

Varios ricos y millonarios jugadores de fútbol de la élite de la liga española están acusados por Hacienda de eludir sus impuestos. En algunos casos se trata de una inspección regular de la Agencia Tributaria y en otros de una actuación judicial en la que además del fisco interviene la Fiscalia, como sucede en el caso de Lionel Messi.

Es cierto que el astro argentino es un crack en el campo de juego. Que sus piernas y su inspiración están por encima de todo lo conocido en el pasado del rectángulo de juego. Es obvio que a una parte radical del barcelonismo le parece que multar a su gran jugador va más allá de intentar que cumpla con las obligaciones tributarias, tal y como es normal en cualquier ciudadano.

Es un error pensar que Messi ha sido denunciado por la Administración por el mero hecho de pertenecer al Barça y con un objetivo de desestabilización deportiva. El empleado del Barça, el sujeto tributario, el cuatro veces consecutivas Balón de Oro es tan humano como el resto de los mortales.

 
Messi debe pagar, como el resto de estrellas futbolísticas; es lo que hacemos el resto de ciudadanos

Sus impuestos contribuyen a que los españoles tengamos una mejor sanidad, una educación de más calidad y unas infraestructuras más modernas. Pensar que Hacienda o los jueces han intentado desestabilizar al equipo blaugrana denunciando los incumplimientos de Messi es una patología digna de quien tiene algo similar en su mente.

Sean Messi, Casillas, Alonso o Villa quienes se convierten en acaudalados jugadores de fútbol por sus virtuosas actuaciones en el campo de juego no les exime de la obligación de contribuir como el resto de contribuyentes a las arcas públicas. Es más, si de verdad fueran modélicos ejemplos de actuación pública sus asesores evitarían estos asuntos de compleja resolución. Messi y sus padres residen en España y, en consecuencia, deben tributar conforme a las normas generales establecidas.

Que a alguien se le ocurra inventarse conspirativas teorías es un síntoma más de las patologías que vive una sociedad demasiado próxima al hooliganismo, una opinión pública que depende en exceso del sentimiento y apenas de la razón. Messi debe pagar, como el resto de estrellas futbolísticas. Eso no es ni más ni menos que lo que hacemos el resto de ciudadanos en proporción a nuestros ingresos. Lo demás es una enfermedad del corazón, lejana del infarto, pero próxima a la paranoia.