Merkel, vete ya

Con el NO y con el SI, la crisis sigue abierta entre Grecia y la UE. O la Troika, que tanto monta. O Alemania, que es quien manda.

Angela Merkel y su gobierno están desencantados con el NO de la hermosa noche del domingo. Sí, quieren dialogar, dicen. Pero no negociar un tercer rescate. Feo asunto. Steffen Seibert, portavoz alemán, ha dicho que «no se dan las condiciones».

¿Qué pretende Alemania? Sometimiento sin límites. Como el pasado rescate de 2011. Cobrar los intereses por adelantado, la deuda anterior, que no les llegue ni un euro a los ciudadanos y endeudarlos por los siglos de los siglos. Amén a Grecia. Cierto es que los griegos tienen que cumplir, pero no hay que ahogarlos que luego ya no respiran. Y así no pagarán el oxígeno.

Todo puede cambiar. Hasta la rotación del sol si es necesario. Intereses. Del más allá. Intereses del más allá de los mares. Y, claro, si el jefe americano dice que hay que llegar a un acuerdo, se llega. A pesar de Merkel. Algo habrá. Porque el FMI despide un tufillo más respirable. Algo debe haber. Hay más disponibilidad al acuerdo.

El FMI obedece al jefe y luego la Troika obedece al FMI. A pesar de Merkel. Dicen que no es la peor. Que no es la más desalmada de los dirigentes europeos. Que los hay peores. Seguro. Se guardan. Pero Alemania se lleva la medalla. Se les ha olvidado cuando en 1953 se les perdonó el 60% o más de su deuda. Los recuerdos, si no interesan, se borran. Y Merkel los ha borrado. Incluso los personales de su niñez.

¿Es todo armonía dentro del gobierno alemán? ¿Y en su partido, la Unión Cristiano-Demócrata (CDU)? Puede que no. Puede que las desavenencias entre Merkel y Schäuble hayan aumentado.

Pelea entre la Canciller y su ministro de Finanzas. La imagen de Alemania en Europa es cada más áspera. Merkel lo nota. Dura y estadista. Difícil combinación, aunque no imposible. ¿Y si Grecia se va del euro? Tremendo. Para todos. Sobre todo para el proyecto europeo. Pero a Wolfgang Schäuble no le importa.

Es duro. Muy duro. Insensible. El aspirante a todo. A líder. Hubiera sido, si no se interpone un mal rollo de financiación irregular al final del mandato de Kohl. Luego ayudó a Merkel. Pero no impide que no la desafíe. Él controla los números. Y la suspensión total de pagos de Grecia afectaría a la Hacienda alemana con un coste de 84.000 millones de euros, según cuenta Der Spiegel.

Se mire por donde se mire, los intereses nacionales se imponen a la visión común de Europa. Triste. Pero real. Todavía no hay unión de intereses. Cada día se juega el proyecto europeo. Y empiezan a aparecer los nacionalismos… Peor. Un resbalón de Merkel y le dan el puntapié. Lo están deseando. En su partido. Y en Europa. ¿Para mejor? Dejemos paso a los analistas políticos. Veremos.