Menos educación, menos empleo
El Mediterráneo está experimentando un cambio radical, los recientes acontecimientos políticos y económicos en la región requieren una respuesta inminente y urgente a los problemas de empleo. Además, han destapado cómo la amplia desigualdad económica puede provocar una gran agitación social.
En todos los países de la región hay déficit de conocimiento y paro juvenil. Esto supone profundas implicaciones para la seguridad y la prosperidad en el conjunto del Mediterráneo . La capacidad para adquirir y producir conocimiento es un factor fundamental de competitividad en la economía globalizada.
La esencia del paradigma de desarrollo es el enfoque de muchos gobiernos que se dirige a inflar la economía y embellecer la marca país, cuando se deberían hacer esfuerzos en el desarrollo de las condiciones de vida para la gente de bajos ingresos y la clase media.
Aunque la construcción de grandes infraestructuras y levantar rascacielos son componentes necesarios en el proceso de modernización, sin embargo, no se debería ignorar que lo primero y indispensable para crear una economía próspera y sostenible es la ciudadanía. Las personas son la verdadera riqueza de un país o una nación.
Y en esta ecuación, los jóvenes son la base y el futuro. Más del 30% de la población mediterránea tiene menos de 15 años. Esto podría ser una enorme fuente de dinamismo, si se aprovechan estas energías. Pero con el paro juvenil entre el 25% y el 55%, en los países de esta área, el riesgo por la falta de oportunidades impulsa la inestabilidad como lo que estamos viendo en los últimos años en diferentes capitales mediterráneas. Encontrar salidas es uno de los desafíos más importante.
Existen varios ejemplos como Túnez, Egipto, Argelia, Italia o Francia y también el caso de España, donde la tasa de jóvenes desempleados alcanzó 54,39% (26,7% de toda la población), o el de Grecia, con el 56,5%. Sin ignorar la responsabilidad de todos, mas allá de una crisis económica, se trata de un problema estructural que produce jóvenes licenciados con carnet de paro y el abandono a veces deliberado de los estudios.
La única ventaja que nos enseñan los acontecimientos actuales es tener conciencia de la importancia fundamental de la educación, aunque es un pequeño consuelo cuando una generación se siente traicionada y abandonada.
Las presiones demográficas pesarán. Se augura un fuerte incremento de la demanda en el mercado laboral donde la unanimidad empieza a ser total sobre la necesidad urgente de abordar la situación.
La educación es inseparable del empleo. De la educación depende la magnitud de las tensiones del mañana. De ahí la importancia sobre la atención y el esfuerzo en este aprendizaje, pero si tuviéramos que establecer una prioridad entre los ciclos primaria, secundaria y universidad, la escuela primaria sería donde se juegan dos factores fundamentales directamente relacionados con la educación: la eficiencia económica y la equidad social.
Sería un error sugerir que no se han hecho esfuerzos para mejorar los niveles educativos. El problema procede de los resultados poco considerables. Las tasas de alfabetización han aumentado a pesar de que en los últimos años hay un vuelta al analfabetismo entre los jóvenes, especialmente en algunos zonas de la ribera sur, pero ambas orillas comparten el abandono temprano y el fracaso escolar.
Es obvio que la medida más eficaz para mejorar el empleo es lograr la alfabetización universal. Si el paro universitario es dramático para un país, lo es todavía mucho más en jóvenes sin formación.
La educación básica de calidad es un mecanismo clave para la resolución de las desigualdades socio-económicas. Hace falta más inversión pública en educación pero debe ser mejor gastada. Más de lo mismo, no permitirá cerrar la brecha entre rendimiento académico y ser competitivo a nivel mundial. Hay que sacar provecho de las habilidades, ser innovadores y intentar facilitar soluciones a los problemas de los jóvenes en su formación y en sus vida.
Sócrates dijo: «sólo es útil el conocimiento que nos hace mejores«. Los sistemas educativos de los países mediterráneos están produciendo una generación de licenciados sin la formación y capacitación adecuada para contribuir productivamente a la economía.
Para resolver esta cuestión apremiante, los gobiernos, empresas y el mundo educativo deben unir esfuerzos para alinear las habilidades con las necesidades, las empresas pueden desempeñar un papel importante en el proceso de creación del empleo mediante el aprovechamiento adecuado de sus propios ecosistemas, mientras que el sector académico tiene que adoptar un enfoque más práctico y desarrollar programas de formación adecuados centrándose en las prioridades inmediatas, al mismo tiempo que conducir reformas sistémicas de largo plazo.
Los gobiernos tienen que cambiar el marco de una posición de mando y control a una de comunicación y convocatoria. Se necesita un nuevo paradigma. Sólo trabajando todos los actores en una asociación múltiple se puede aspirar a tener resultados significativos en reducir el paro .
La necesidad de mejoras en los sistemas educativos es un imperativo que definirá nuestro futuro. Con la excepción de unos pocos gobiernos, muchos tienen que apostar cuanto antes dando prioridad a la educación. De lo contrario, prepararse para el impacto.