Mas, Soriano y el ‘Club del Hub’
¿Qué sobra en Spanair? La pregunta tiene dos grupos de respuestas. En Spanair, por un lado, sobra profesionalidad e ilusión. Ganas por mantener una compañía que ha resistido lo indecible desde los tiempos en que Gerardo Díaz Ferrán y Gonzalo Pascual la fundaron como complemento a sus negocios turísticos. Sobra esfuerzo, perseverancia, imaginación, paciencia y esperanza. Buen hacer, a pesar de los retrasos y de las incidencias diarias que desesperan a más de un pasajero y que no le son exclusivas. Sobra solidaridad con los compañeros del aeropuerto de Madrid que aún sufren el trágico accidente del vuelo JK5022 y cariño hacia las víctimas. Sobra también empeño para continuar trabajando con ahínco aunque la nómina entre en cuenta rozando el larguero temporal.
En Spanair, en definitiva, excede el talento y la profesionalidad en prácticamente todos sus colectivos. Fíjense, no me atrevería a dudar ni siquiera del desempeño de su consejero delegado, al que más de un prohombre barcelonés sí critica y muy duramente, aunque a sus espaldas. Michael Balint Szucs es un profesional reputado en el sector al que probablemente ahora le ha tocado bailar con la más fea, como diría el ministro De Guindos. No sabemos si Spanair estaría en una situación más delicada sin Balint; tampoco si el paciente revestiría mejor condición. La competencia le exculpa de un posible fracaso, o bien por exceso de nombradía o porque conoce las trampas que tiene el terreno de juego en el que debe disputar este partido.
Pero a la aerolínea catalana le urge un exorcismo. Sobra a raudales, y es aconsejable su extracción, la política y el nacionalismo. Como en TV3, aunque ni el padre Damien Karras albergaría esperanza alguna para la televisión pública catalana. En Spanair aún estamos a tiempo, pero sería oportuno que Artur Mas, Ferran Soriano y el Club del Hub den un respiro, o que se marchen (sólo de Spanair, faltaría más). Hace tres meses escribí que hay dos prioridades para nuestra aerolínea: darle viabilidad y, por lo tanto, preservar el empleo. Modestamente, aunque sólo soy periodista, creo que es el camino a seguir. Lo del hub, hoy por hoy, no pasa por Spanair. Quizá otras aerolíneas extranjeras con las que no se está hablando podrían aportar su granito de arena.
¿Por qué? Porque para dar un saltito internacional se precisan 300 millones de euros y Barcelona-El Prat no sería ni más ni menos hub. Porque si nos concentramos en hacer rentable a Spanair en su mercado natural con más facilidad lograremos devolver las negociaciones para su venta a la senda de la que nunca deberían haber salido. El cambio de agujas de lo empresarial a lo político le está sentando mal: la Generalitat condiciona su futuro a cualquier precio y los catalanes seguiremos pagando más o detrayendo recursos de otros servicios para nuestra aerolínea de bandera. No haré el ejercicio de calcular cuántos CAP permanecerían abiertos con cada préstamo insuflado a Spanair. O cuantas pymes se salvarían, o…
Qatar está pidiendo a Artur Mas y Xavier Trias compromisos financieros muy serios para invertir. El emirato, en su forma de entender la sociedad, exige que Spanair, a la práctica, se transforme en una empresa pública y lo más grave: sigue sin estar lo suficientemente claro quién ejercería el control político de la compañía resultante: ¿Barcelona o Doha? Hay negociadores que aseguran que el presidente de Qatar Airways sólo cederá ante sus jefes políticos si puede controlar Spanair. Nadie desmiente el extremo. La desesperación política catalana juega a favor de Qatar, y cada minuto que pasa se vuelve más exigente. Spanair, más débil. ¿Y cuál es el plan B de Mas, Soriano y el Club del Hub si el jeque catarí da calabazas? De momento, Mas-Colell volvió a Barcelona con las manos vacías y no se conoce alternativa a la hipotética plantada árabe.
Mientras las negociaciones políticas avanzan, Spanair compite en un mercado plagado de caníbales: Ryanair, Easyjet, Vueling, Air Berlin… cuya máxima es reducir el coste unitario. Ésa es su liga, la que Mas, Soriano y el Club del Hub descuidan y la que se llevará por delante a Spanair si no logra ser más competitiva en ese terreno. De modo que si el Presidente catalán sigue empeñado en hacer lo políticamente correcto a juicio del gran hermano nacionalista, para el conseller Mena será algo más difícil cumplir con el objetivo de reducir el paro a la mitad en tres años; al mismo tiempo, al resto de catalanes nos será harto complicado recuperar la inversión pública recibida por la aerolínea, de más de 100 millones en 2011. Recurramos, pues, a Damien Karras.