Mas solo, contra todos
La figura de Mas es ya un enorme problema. Lo es para la CUP, que no lo quiere, y no votará la investidura. Y lo comienza a ser para Convergència, que es consciente de que es su mayor valor en estos momentos, pero que no desea arrastrarse para perder su cuerpo ideológico.
El gran error de Mas, y de dirigentes como Francesc Homs, es que organizó toda esta operación soberanista para presionar a los gobiernos españoles, y lograr un acuerdo satisfactorio, y el cinismo ha acabado emergiendo. Ante la negativa de Mariano Rajoy, a Mas no le quedó otra opción quie seguir el plan A, que no lo quería, y ha llegado un punto en el que la ficción se ha desmontado.
Las palabras de Homs son elocuentes, al afirmar que desea negociar en Madrid, y que el proceso no tiene la fuerza suficiente para culminar la hoja de ruta. Habrá aspavientos, intentos de seguir adelante, pero Mas ya no puede hacerlo. Por ello, los dirigentes de Convergènica, y miembros del Govern, como Mas-Colell o Felip Puig, han pedido la convocatoria de nuevas elecciones, porque no quieren desnaturalizar el instrumento político, porque no desean iniciar un camino hacia un programa político que no será el suyo, sino el de la CUP y Esquerra, que sí saben lo que quieren con mayor determinación.
Mas quiere seguir. Quiere volver a ser President. Pero las opciones se estrechan. Le quedará una última oportunidad: en unas nuevas elecciones deberá decidir si es o no el candidato a la Generalitat, encabezando unas siglas, las que sean. Y ya se verá. Lo mejor que podría suceder en Cataluña es que Mas sea ratificado en las urnas o castigado con fuerza, pero siempre a través de las papeletas de los ciudadanos. Mas, no una coalición, o una canditura de independientes.
La CUP ha reaccionado a la presión de dirigentes de Convergència con gran elegancia. El escritor Julià de Jòdar, diputado por la CUP, siempre pulcro, ha evidenciado el problema de Mas y de CDC en estos tres últimos años: «No descubrimos nada si afirmamos que CDC ha aplicado los peores recorres antisociales desde finales de la dictadura, que tiene seis investigaciones abiertas por causas de corrupción mayor, y que ha gestionado el proceso confundiendo el país con el partido y con las pesonas«, asegura en un artículo en el diario Ara.
Se podrá estar de acuerdo o no con la diagnosis de la CUP, pero lo que tienen claro, con todas sus contradicciones, es que quieren un proceso rupturista nítido, sin titubeos, en el plano social y el nacional. La pregunta es: ¿Y qué pinta CDC en todo eso?
Mas, ahora, es un presidente en funciones en busca de ser investido. Él, en solitario, consigo mismo. Y él deberá decidir que hace con él mismo. A no ser que Convergència decida por él.