Más reformas en la Unión Europea
Las reformas económicas que ha hecho el Gobierno de Mariano Rajoy ya merecen el beneplácito de la Unión Europea y también del FMI, pero se le pide que las consolide y complemente. Una Europa post-crisis puede salir muy reforzada. Angela Merkel está al mando, aunque al pactar con los socialdemócratas haya hecho concesiones.
En realidad, por un efecto propio de la Unión Europea, los países-miembro pueden pasarle la culpa a Bruselas cuando la política sale mal y llevarse el mérito cuando las cosas van bien. Un bloque de reformas pone en tensión a la sociedad pero a la que se noten los efectos –fluidez crediticia, menos paro o mejor productividad– el fatalismo decrece.
Aunque fuese de forma improvisada la crisis ha servido para concertar reformas y políticas. Ahora vienen las elecciones al Parlamento Europeo pero la estabilidad es un valor perenne que la crisis ha revalidado. Los fusibles de la Unión Europea saltan si la economía falla precisamente cuando el sistema institucional ha padecido alguna erosión, generalmente provocada por alteraciones de ritmo, casi siempre de aceleración.
Los fatalistas decían que la eurozona iba a saltar por los aires. Al final, habrá un voto europesimista en las elecciones de mayo, pero no hay recambio. Es decir: no hay por ahora desiderátum que sustituya a una Unión Europea que sale de la recesión y todavía tiene que empeñarse en reformas fiscales y financieras de mucho calado. Por ejemplo, la unión bancaria.
En todo caso, lo más deseable es el perfeccionamiento –como proceso continuo– de las instituciones, la reforma de los métodos y mecanismos ya en vigor, una convergencia logística en la acción de los gobiernos y parlamentos nacionales que de energía de composición a los trabajos consensuados del Consejo Europeo.
Sin una política eficiente y clara de defensa común, con todos los presupuestos de defensa a la baja, Europa ya no es aquel poder militar que fue durante siglos. Ahora, entre los Estados Unidos y China, la Unión Europea como potencia se restringe al factor económico y, aún así, con problemas de competitividad. Sí, será la Europa de la norma como superación de la Europa de la fuerza, pero con una pérdida de influencia geopolítica en el mundo global.
Es verdad que, en otro sentido, la Unión Europea ha generado un efecto mimético y en Suramérica y en la región asiática se considera un modelo de integración, como mercado único, motor económico y sistema de arbitraje.
Su fundamento es un modo de sedimentar opciones que procura tener margen para rectificar, según el método de prueba y error y la salvaguarda del mal menor. Ese relato no ha sido suficientemente explorado. Fue pragmática y a la vez ética la rápida integración de la Alemania unificada, como lo fue el mercado único o lo que representa Schengen.