Mas, Rajoy y el dinosaurio de Monterroso

Somos muchos los que llevamos ya bastante tiempo afirmando que la tan necesaria resolución del conflicto institucional y político existente entre Cataluña y el resto de España pasaba, de modo inexcusable, por la retirada tanto de Artur Mas como de Mariano Rajoy.

Ambos son responsables directos del enquistamiento del conflicto. En su origen lo fue Mas, que sin más decidió echarse al monte y puso en marcha un autoproclamado «proceso de transición nacional» sin haber calculado las consecuencias de su decisión. Pero Rajoy no quiso o no supo dar la respuesta necesaria ante un reto de este calibre, se negó a todo tipo de diálogo y el conflicto inicial acabó por convertirse en un importante problema de Estado.

Conviene recordar ahora que el sentimiento independentista, que en Cataluña había sido siempre muy minoritario y que hace apenas cinco años contaba con el apoyo de cerca del 25%, casi se ha duplicado en estos últimos años.

Desaparecido ya Artur Mas como presidente de la Generalitat, y por consiguiente también como interlocutor catalán principal, todo apunta a que Mariano Rajoy desaparecerá también como presidente del Gobierno de España, tanto si prosperan los pactos que hagan posible la investidura presidencial de Pedro Sánchez como si se produce otro tipo de acuerdos o, en el peor de los casos, si se convocan unas nuevas elecciones generales.  

Si Mas y Rajoy desaparecen de la primera línea política, se abrirán sin duda nuevas posibilidades de entendimiento. El «tercerismo», es decir, «la tercera vía» que desde hace tiempo defiende la opción del diálogo como paso previo imprescindible para la consecuencia del necesario acuerdo, tendrá al fin la oportunidad de entrar en escena.

No obstante, conviene que quede claro algo ya desde un principio: el sentimiento independentista catalán está ahí y está claro que no va a desaparecer por ensalmo. Aunque no ha sido ni es mayoritaria, la opción secesionista cuenta ahora en Cataluña con un respaldo social considerable. Y la opción soberanista, aquella que considera necesaria una consulta legal y acordada sobre el encaje de Cataluña en España, tiene un apoyo ciudadano muy mayoritario.  

Desaparecido ya Artur Mas como presidente de la Generalitat, y en vísperas de que Mariano Rajoy desaloje también la Moncloa, conviene a todos saber que, como en el célebre y brevísimo cuento de Augusto Monterroso, «cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí».