Mas-Colell pierde agua

Que las finanzas de la administración catalana son un colador es archisabido. De acuerdo con sus rectores políticos la culpa es externa, el sempiterno enemigo foráneo y madrileño por domiciliación. En la práctica, haya o no dificultades de financiación, lo que podríamos considerar gestión directa y propia tampoco es lo más eficiente del mundo económico. Incluso se ha tornado muy ineficiente en algunos ámbitos y consejerías.

Desde que llegó Artur Mas a la presidencia y se rodeó del cátedro Andreu Mas-Colell como primer espada de la economía catalana se han producido dos fenómenos incontestables: el primero la voluntad de ser campeones en los recortes sin demasiada angustia social, dicho sea de paso; y, el segundo, lo que les cuesta resolver las cosas vinculadas al agua con una eficacia razonable.

 
La titulización de los 800 millones del canon del agua duerme en los cajones mientras se queja de Madrid

Tras la fallida privatización por 1.000 millones de euros de Aigües Ter-Llobregat (adjudicada a Acciona mediante unos subterfugios que han avergonzado al Ejecutivo catalán en las primeras instancias judiciales), el suministro de agua y sus negocios vinculados siguen constituyendo una de las principales vías para obtener recursos privados con destino público en el corto plazo. Mientras Mas-Colell aún no ha cobrado a Acciona los 40 millones de euros que adeuda por el impuesto de transmisiones patrimoniales (autonómico, of course), se plantea una operación para ingresar 800 millones de euros convirtiendo en títulos que se venden en el mercado el llamado canon del agua que los consumidores pagamos en el recibo de nuestro suministrador.

La operación es compleja y está dormida. Interviene por un lado la empresa gestora Aguas de Barcelona Empresa Metropolitana, por otro la institución Área Metropolitana de Barcelona (AMB) y, en tercer lugar, la consejería de Economía y Finanzas del ínclito consejero. Mas-Colell debe autorizar la operación, pero no se aclara en cómo hacerlo y en qué porcentaje de esos 800 millones se podrán emitir títulos. Lograrlo en un tiempo razonable resultaría un balón de oxígeno para la AMB y para la Agencia Catalana del Agua (ACA). El tiempo apremia, los mercados se encarecen y todos los implicados, incluso los socios municipales, alucinan con la pasividad del consejero y su falta de reflejos.

Parece obvio que el tema del agua no es la especialidad de este Gobierno. Si antes de finales de año, como todo parece apuntar, el Tribunal Supremo anula la privatización de ATLL y han sido incapaces de titulizar los 800 millones del canon del agua, resultará obvio que las finanzas públicas catalanas estarán todavía peor (Madrid mediante). Alrededor de 1.800 millones de euros peor. Y claro, Mas-Colell no podrá seguir presentándose como el enano temeroso del gigante, sino como un político que, literalmente, pierde agua…