Malas noticias sobre el déficit
Hay dos malas noticias en relación al déficit fiscal español. La primera es que la senda de reducción se ha alargado en casi cuatro años, lo que lo sitúa entre el relajamiento y la cronificación. Si el objetivo de estabilidad fijado por Mariano Rajoy en el Parlamento para el periodo 2018-2020 contemplaba un déficit de -0,5 en 2020 (que se considera prácticamente equilibrio), el gobierno de Sánchez ya aplazó ese objetivo un año en julio de 2018 (cuando estipuló un -0,4 en 2021) y ahora lo ha dejado para después de 2023 ya que para éste último año espera un -0,9. Por lo tanto, el deseado equilibrio de las cuentas públicas, si llega, será en 2024.
«El Gobierno de Pedro Sánchez II se da cuatro años para lograr lo que Rajoy pensaba conseguir en 2020 y el aumento de impuestos será para gastar más, no para ordenar las cuentas»
La segunda mala noticia es que las subidas de impuestos no son para cerrar ese déficit, sino para ensanchar el gasto público. Por lo tanto, el Estado será más grande y su poder de condicionar las vidas y economías de los españoles será mayor. Un debate por celebrar es cuál será la eficacia de ese nuevo gasto público y que lugar ocupará en él la inversión.
De momento, lo que está sobre la mesa es una nueva renta mínima, similar a la que estudió la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal (AIReF) en junio de 2019 y que costaba 5.500 millones, aunque bajaba a 3.500 millones si se eliminaban programas redundantes.
La incertidumbre mayor es la que pesa sobre el déficit de 2019. El gobierno de Sánchez I fijó un objetivo de -1,8 para 2019, elevando en medio punto la previsión de Rajoy II (-1,3). Más tarde la dejó en -2,0. En el borrador de presupuestos enviado a Bruselas en octubre pasado, la ministra de Hacienda dijo que mantenía la desviación de gastos sobre ingresos en ese 2% del PIB. La Comisión Europea contestó que lo veía «incompleto». Aún faltan por llegar los cierres del año de los ayuntamientos y en el último trimestre hay una incertidumbre sobre lo que ocurrió que podría mover el déficit en dos décimas, lo que en el mejor de los casos para el gobierno lo dejaría en un -2,2 o -2,3.
Incertidumbre sobre 2020
Frente al -2,0 que prometió el gobierno, el consenso de los analistas sostiene que el déficit se situará en -2,4. El Banco de España, el servicio de estudios más potente del país, estimó en diciembre que el déficit cerrará en -2,5, medio punto por encima del objetivo oficial. El vaticinio más optimista es el de Ceprede que estima que será del -1,9. La Comisión Europea espera un -2,3.
La incertidumbre también afectará a las cuentas de 2020. Los presupuestos no contemplan la recaudación que pueden aportar los nuevos impuestos que están en cartera: tasa Google, impuesto a las transacciones financieras, tipo mínimo de Sociedades para grandes empresas, gravamen al diésel, alzas a rentas altas en IRPF y subidas a grandes patrimonios. Algunas de las subidas tienen que ir en la ley de presupuestos y otras, como los impuestos de nueva creación, requieren leyes específicas.
La tasa Google, además, puede causar un conflicto adicional con EEUU. El presidente francés ya ha congelado hasta 2021 su proyecto de tasa Google después de que Donald Trump le amenazara con nuevos aranceles a sus productos.
Al frenazo natural de la recaudación que supone la desaceleración que está experimentado la economía se suma el hecho de que los impuestos podrían afectar sólo a la mitad del ejercicio 2020 y siempre está pendiente la cuestión de si recaudarán la cantidad esperada. La propia AIReF, cuyo expresidente es ahora el ministro de Seguridad Social de Sánchez II, ya dijo al gobierno en enero de 2019 que creía que sólo se obtendrían 4.200 millones de los 5.700 millones que esperaban reunir con estas medidas que se incluían en el proyecto de presupuestos que decayó y condujo a las elecciones.
El límite del 3%
La única noticia positiva en torno al déficit es que la vicepresidenta económica Nadia Calviño está dispuesta a seguir repitiendo a quien la quiera oír que la «responsabilidad fiscal» es uno de los tres ejes de la política de Sánchez II junto con la sensibilidad social y las reformas estructurales. «Tenemos que seguir reduciendo el déficit y la deuda sin poner en riesgo el crecimiento y la creación de empleo», dijo a El Correo de Bilbao.
Además de los compromisos expresados por Calviño, parece difícil que el gobierno se aventure a disparar el déficit por encima del 3%. La tentación a rebañar existe, puesto que el gobierno se ha armado de argumentos para discutir el procedimiento de cálculo del déficit estructural. Pero situarse por encima del 3% supondría volver a entrar en un procedimiento de déficit excesivo, como ya ocurrió en 2009, y perder todo el crédito que costó casi una década recuperar, década en la que España fue el farolillo rojo y el último país en salir de la liga de los suspendidos.