Madrid se carga de razones
El Gobierno ya plantea abiertamente que el 155 no es una cosa del pasado, sino que puede acabar siendo el futuro político de Cataluña
La estrategia de confrontación contenida que el presidente de la Generalitat ha planteado en su discurso no debe preocuparnos tanto por el lenguaje empleado, como por la impotencia que se desliza en sus argumentos para dar una respuesta constructiva al conjunto de la sociedad catalana.
El conflicto entre Cataluña y España lleva camino de volver a poner en marcha la posibilidad de aplicar un nuevo 155, esta vez más profundo y duradero.
Si en la etapa de Mariano Rajoy el independentismo esperaba una respuesta dura del Estado para seguir alimentado una escalada de tensión que permitiera legitimar sus objetivos de ruptura con España, ahora se cree que Pedro Sánchez no estará en condiciones de poder aplicar ningún correctivo político, dada su debilidad parlamentaria.
La aproximación de los presos a Cataluña, la puesta en marcha de la comisión bilateral después de siete años de no convocarse o el encuentro entre el presidente de la Generalitat y el presidente del Gobierno español sólo han servido para que el independentismo intransigente gane tiempo para dirimir sus luchas internas y busque una salida a las contradicciones consecuentes de su frustrado intento, tras el 1 de octubre, de hacer efectiva la república.
¿Qué discurso cala en Madrid?
A medida que avanzan los problemas generados por la fractura social, la parálisis en el parlamento de Cataluña, la espiral de descalificaciones y amenazas entre las fuerzas políticas catalanas, también avanza en Madrid la tesis de que es necesario cargarse de razones para poder actuar con mayor firmeza ante el nuevo desafío independentista; en este punto, los cálculos del independentismo pueden errar al pensar que Pedro Sánchez no quiere actuar, no puede actuar o no sabe actuar políticamente.
Cargarse de razones implica mostrar, ante la opinión pública española y europea, que se ha hecho todo lo posible para buscar una solución desde el diálogo. Para la Europa de Merkel y Macron, la política de Sánchez está más acorde con los estándares democráticos que solicita la Unión Europea para encauzar el problema catalán.
La posición del Estado basada en tender la mano al diálogo no implica no contemplar la opción de volver a aplicar el artículo 155 con apoyo social. Muy probablemente, tras las vacaciones, el independentismo ha querido cargarse de razones con legitimidad democrática para actuar, sin advertir las consecuencias de una nueva intervención a la Generalitat de Cataluña.
Los analistas se preguntan qué estrategia tendrá el independentismo durante el calendario judicial
La pregunta que se hacen estos días muchos analistas y políticos es dilucidar si la estrategia de tensión del independentismo será utilizada durante el juicio, la causa contra un pueblo, derivado de los acontecimientos del mes de octubre del 2017; si se producirá antes, dada la inestable situación que se vive en su seno con la lucha para determinar quién marca la estrategia; o si sólo es una simple escalada de tensión verbal del independentismo, que quiere mantener cohesionados a sus votantes de cara a la celebración de las elecciones municipales y europeas.
Sea cual sea el escenario, el Gobierno español ya plantea abiertamente que el 155 no es una cosa del pasado, sino que puede acabar siendo el futuro político de Cataluña.