Lucha de extremos políticos

Las opciones políticas de centro caen constantemente en España porque sólo las posiciones extremas las que generan movilización y, consecuentemente, ganancias políticas.

Santiago Abascal y Pablo Iglesias, minutos antes del debate televisivo que mantuvieron con el resto de candidatos en la campaña electoral del 10-N

Una de las características de la vida política en Madrid es que un partido acabará gobernando siempre que mantenga hasta la extenuación una posición política, por muy extrema y equivocada que sea. Precisemos. En Madrid lo que permite a un partido alcanzar el éxito es mantener la posición política, mientras que en Cataluña lo que manda es el movimiento constante de dichas posiciones.

Esta curiosa dinámica política en Cataluña permite advertir que la oferta de partidos políticos de centro derecha catalanista no es una opción de voto; sin embargo, se vota cualquier oferta de izquierdas, por muy confusa que sea; cualquier opción de izquierdas puede acabar gobernando en Cataluña.

El caso extremo lo encontramos en la ciudad de Barcelona. En el supuesto de que hoy se celebrasen elecciones, los electores catalanes perciben que sólo es posible que gobierne una opción vinculada a la izquierda, desestimando cualquier expectativa de que pueda llegar a gobernar un partido de centro o de derechas en esta ciudad.

La anomalía catalana se produce, no solo porque el procés haya alterado las funciones originales e ideológicas de los partidos, sino porque el poder real y concreto solo se da en Madrid. Mantener las posiciones radicalmente en Madrid es esencial y se premia cuanto más lo sea. La posición del PP es determinante y necesaria como posición frontal al PSOE, y lo mismo ocurre a la inversa.

El sueño de reproducir el esquema político de Macron en Francia, basado en moverse de izquierda a derecha sin complejos, en España no conlleva ningún beneficio político. La política del gobierno de coalición de PSOE y Unidas Podemos es una extensión de la política iniciada por Zapatero basada en ampliar derechos sociales y ser asistidos por la Unión Europea en materia económica.

Por otro lado, la del PP es una extensión de la política impulsada por José María Aznar basada en una visión liberal en materia económica y conservadora en lo referente a lo social. Es decir, la izquierda forjando su política internacional en la alianza de civilizaciones y la derecha inclinándose hacia el eje atlántico marcado por los países anglosajones.

Cuanto más antagónicas sean las posiciones de ambas ideologías, más consiguen movilizar a sus electores. Este esquema político de posiciones irreconciliables permite a ambas opciones políticas establecer el impulso de un cambio de régimen en cada cambio de gobierno.

La opción del centro político se convierte en un sueño, ya que ningún partido es capaz de mantenerse en el centro ideológico porque son sólo las posiciones extremas las que generan movilización y, consecuentemente, ganancias políticas. La lucha por el poder en España se centra en intensificar los extremos. Por esta razón, Unidas Podemos pretende asociarse a PSOE y Vox al PP.

El camino de las próximas elecciones quedará trazado tras la lucha para determinar qué posición extrema gobernará España, con los matices de moderación necesarios para evitar caer en los radicalismos. Tras las elecciones, esos radicalismos volverán a alimentarse para ser utilizados desde la oposición y desde el propio gobierno.