Los sinsabores de Chupa Chups
Las ventas de la empresa Chupa Chups se recuperaron el año pasado ligeramente, después de un quinquenio de declive continuado.
De las líneas de producción de la fábrica de Sant Esteve de Sesrovires salieron 13.800 toneladas de caramelos, chicles y otros dulces, que se tradujeron en una facturación de 99 millones de euros, 1,5 millones más que en 2012. El beneficio cayó de 1,3 millones a 227.000 euros. La firma está presidida por Massimo Terravazzi y tiene de consejero delegado a Cornelis de Waard.
Las dimensiones de Chupa Chups se parecen muy poco a la que se encontró el grupo italiano Perfetti Vaen Melle en 2006, cuando adquirió la propiedad a los descendientes del fundador Enrique Bernat Fontlladosa.
Los italianos cerraron la histórica fábrica de Asturias, ajustaron la plantilla y sanearon el balance. Ahora cumplen ocho años de presencia al frente de la antaño prestigiosa firma catalana. Tres de esos ejercicios se saldaron con resultados positivos. En los otros cinco afloraron pérdidas muy abultadas, con un saldo total de 115 millones negativos.
La principal consecuencia de tales quebrantos es que Chupa Chups se encuentra un año más en causa legal de disolución, pues sus fondos propios arrojan un déficit de 108 millones. Pero la empresa ha soslayado la liquidación gracias a un préstamo de 144 millones que le suministró su socio italiano y que se contabiliza como fondos propios.
Además, Perfetti ha manifestado formalmente que prestará todo el apoyo financiero necesario para que Chupa Chups afronte sus compromisos “durante como mínimo los próximos 12 meses”.