Los reyes salen del armario y la infanta, al banquillo
“Íntegra, honesta y transparente”. Así “debe ser” la monarquía según el rey, que dio por descontada la ausencia de esas virtudes mientras su padre ocupó la Zarzuela como jefe de Estado. El discurso de proclamación fue una moción de censura encubierta que el heredero dedicó al monarca saliente.
Las construcciones verbales que utilizó sutilmente delataron a Felipe VI, de modo que a buen entendedor pocas palabras bastan. Se definió por oposición más que por composición.
Y no deberíamos extrañarnos: si la “ejemplaridad” es la principal función a la que moralmente está obligada esta institución, los nuevos inquilinos zarzueriles deberán picar fuerte y arrancar mucha mala hierba para que se les reconozca como referentes de algo distinto al más que probable latrocinio de fondos públicos, al cobro de comisiones y al jugueteo constante de faldas; cuando no los tres feos asuntos a la vez.
Esta realidad, aunque esencialmente carente aún de certeza judicial, ha calado en la opinión pública como una verdad absoluta. De modo que la resistencia a la monarquía crece y la indiferencia es notable. Los españoles no ponen en duda el modelo de Estado, ni la calidad democrática, sino que responden con dureza a las actitudes de la anterior familia real, cuya verdadera moción de censura moral ha firmado el juez Castro.
Lo que queda de los Borbones no reina en la calle. Es un territorio a recuperar y, para ello se han puesto a trabajar. La actitud contrasta con la pasividad de Mariano Rajoy y sus ministros para encarar los retos sociales, hecho que da más visibilidad a ciertas citas. Sucedió ayer en Madrid. Los reyes dieron la patada definitiva al armario apolillado que heredaron de Juan Carlos viéndose con colectivos ignorados hasta ahora.
A la reunión estaban convocadas 190 organizaciones sociales, pero el protagonismo se lo llevaron los colectivos de homosexuales. La reina estuvo particularmente empática con ellos, según los testigos y los propios portavoces de estas asociaciones, adalides, en su mayoría y junto a otros movimientos representativos, de las opciones republicanas.
Apenas se cumple una semana del cambio de etapa pero los papeles están perfectamente repartidos. Letizia Ortiz, la única reina que ha pagado una hipoteca y se ha divorciado –periodista de formación que ahora podría ser uno de los 30.000 profesionales de la comunicación en situación de desempleo– recuperará la calle para la monarquía.
La estrategia de uitlizar estas agrupaciones se vislumbra eficaz. La audiencia de ayer traerá efectos demoscópicos de calado y la mayor aceptación tejerá un cordón sanitario alrededor del rey, a cuya hermana pedirán 11 años de cárcel si los recursos de la fiscalía y la defensa, con funciones idénticas en el caso Noos por deseo de Juan Carlos, caen en saco roto. Histórico.