Los retos del PSOE en el Comité Federal
Reina la discreción en las alturas del PSOE. La consigna es silencio sobre la investidura de Mariano Rajoy. La mejor opción que se contempla es que no hagan falta los votos socialistas y puedan pasar de puntillas sobre la formación de gobierno. Son conscientes de los costes que supondría la abstención y no está descartada en absoluto cualquier forma de apoyo activo.
A partir de ese momento, las perspectivas son una oposición dura pero constructiva, teniendo en cuenta que sus votos serán necesarios para gobernar. Y, por supuesto para cualquier reforma, incluida la de la Constitución.
Durante el resto de la semana, Pedro Sánchez va a mantener conversaciones con los principales barones para tratar de formar acuerdos para el Comité Federal. En primer lugar la posición en la investidura. Después en la fecha del Congreso.
En la dirección del partido no se toman en serio los guiños de Podemos para apoyar una pretérita investidura de Pedro Sánchez en caso de que Mariano Rajoy fracase. El PSOE está conforme con su labor de oposición y contento con una estrategia de diferenciación con Podemos.
Cada vez que sea necesario van a recordar que fue ese partido el responsable de que se hayan celebrado estas últimas elecciones. Frente al previsible frentismo de la organización morada, una política de apoyo a las propuestas que puedan significar medidas de progreso para la población después de las medidas de ajuste del gobierno de Rajoy y oposición cerrada a cada medida que aumente el sacrificio de los ciudadanos. Preocupación por las consecuencias del brexit en la economía española y atención puesta en Bruselas con las exigencias para el cumplimiento del déficit y con las posibles sanciones.
En el ámbito interno, el congreso no significa solo la elección de un secretario general sino una revisión a fondo la situación del partido en el ámbito programático y en el de reformas profundas en el modelo organizativo y en los papeles de la comisión ejecutiva y del comité federal en una dirección federal auténtica.
Algunos sectores de la dirección consideran que el actual modelo de partido es en realidad confederal. Cada organización territorial defiende su política de alianzas y se empeña en ser una taifa independiente de la dirección del partido.
Otro reto es volver a formular la unidad de España como un concepto progresista en el que no quepan veleidades nacionalistas. Sobre todo desde el convencimiento de que cada vez que una organización territorial se ha adentrado en esos parámetros se ha producido un camino hacia el declive y la irrelevancia.
En el análisis que hace el PSOE del fracaso del sorpasso de Podemos, una de las causas que se detecta ha sido la apuesta clara de Pablo Iglesias por el referéndum en Cataluña, que habría espantado no solo a muchos antiguos votantes de Izquierda Unida sino también a otros electores que apostaron por Podemos el 20D y que se habrían instalado en la abstención.
El relevo de Pedro Sánchez tiene apuestas en muchos barones. Las diferencias surgen en cuanto al nombre de quién tendría que disputarle el congreso. La mayoría de quienes creen que el ciclo de Sánchez está agotado solo tienen el nombre de Susana Díaz como alternativa. Pero entre ellos no hay garantías de que la presidenta de Andalucía dé el paso al frente. Sobre todo si no tiene garantías de éxito.
Además en un partido, el andaluz, que ha sufrido una pérdida de hegemonía en Andalucía, la sucesión de Susana Díaz en la Junta se presenta ahora más complicada. No hay ningún candidato en el horizonte capaz de sustituir a Susana Díaz en la disputa del liderazgo a Pedro Sánchez.
Hay un contacto fluido entre los barones socialistas que abarca otros aspectos como prioridades. En primer lugar la situación de la socialdemocracia en Europa. Preocupa el ejemplo francés y la ausencia de otros partidos socialistas en los gobiernos de Europa.
La opinión dominante es que el socialismo europeo no se ha adaptado a la nueva situación en donde las grandes líneas de las políticas económicas y fiscales se deciden en los órganos de gobierno de la Unión Europea. La nueva realidad le da a España una mayor importancia por el peso de su economía, una vez que el Reino Unido ya no pertenece al club europeo.
Los socialistas consideran prioritario recobrar el papel que tuvo España en el pasado en la dirección de las políticas europeas, además como otro factor diferenciador respecto a Podemos. Se considera además que Podemos ha perdido la única posibilidad de constituirse en un partido de mayorías.
Se considera que ha tocado techo y que la falta de homogeneidad de las organizaciones que lo forman es una bomba de espoleta retardada para el futuro de la organización que será víctima, a medio plazo, de divisiones internas y de luchas personalistas por falta de cultura de partido.
Por último, muchos de los líderes consultados consideran que el PSOE se encuentra en una buena posición para su reorganización –algunos hablan de «refundación»- con una legislatura que les confiere el tiempo necesario para efectuar sus revisiones y fortalecerse en la oposición.