Los retos de Sixte Cambra para 2015 (1)
En enero, a sus 62 años, Sixte Cambra cumplirá cuatro años al frente del Port de Barcelona. El presidente de la instalación portuaria barcelonesa es y ha sido un político en permanente ejercicio. Su paso por Convergència i Unió en el pasado le abrió algunas puertas y no menos agendas en el ámbito de las administraciones y en el llamado sector negocios de su partido.
Antes de su llegada al puerto, Barcelona ya era la ciudad mediterránea por excelencia en el ámbito de los cruceros. Este 2014 que concluye, ese negocio tan importante para la capital catalana se cerrará con un descenso de entre el 6% y el 7% con respecto al último ejercicio. Cambra lo atribuye a que algunas navieras han decidido situar menos barcos en el Mar Mediterráneo.
Sea así o sea por una deficiente gestión sustitutiva de los clientes que atracan con sus turistas en la instalación, el máximo responsable del puerto sigue pidiendo que Barcelona tenga vuelos de largo radio en su aeropuerto para lograr mejorar los mercados asiáticos o latinoamericanos de los cruceros. Política, como siempre, en estado puro. Reclamación de conectividad para que las cadenas logísticas que utilizan la instalación barcelonesa sean más competitivas. Siempre mirando más allá del perímetro portuario, pero bastante menos a la zona de dominio propio.
Menos política y más gestión harían del Port de Barcelona una instalación más útil para las empresas
El 2015 debería demostrar capacidad de negociación con el Ministerio de Fomento para garantizar el futuro de los accesos, de los nuevos proyectos, de las conexiones ferroviarias. Estaría bien que cambiase su habitual discurso opositor a la administración de Madrid. Algún día habría que evitar que las necesidades de modernización y crecimiento no sean una reivindicación política permanente que genera confrontación sino una realidad a disposición de la economía catalana.
Sixte Cambra no tendrá lista la nueva instalación requerida por la naviera Carnival, dispuesta a abundar en sus negocios cruceristas en la Ciudad Condal. Pero, gobierne él o cualquier otro gestor, los números salen casi solos. En 2013, el puerto barcelonés facturó 160 millones de euros y anotó un beneficio neto de casi 65 millones, un margen inusual en una actividad mercantil ordinaria.
La economía ha iniciado su despegue y el tráfico de contenedores (el verdadero termómetro de la exportación y la importación) también progresa a un elevado ritmo de un dígito durante 2014. El próximo año, Cambra debería ser capaz de dar respuesta con su gestión a los retos de internacionalización del mundo empresarial catalán con una instalación más próxima a sus requerimientos de competitividad.
Dos consejos para el año que entra: menos política en los despachos y una decidida actuación para mejorar la imagen (persisten algunos asuntos en los armarios de la sospecha) de la infraestructura de transporte serían decisivos para conseguir en 2015 más actividad y menos oscurantismo. Desterrar el lamento como principal característica de su management contribuiría de manera enorme a ese propósito.