Los resultados de Seat y Nissan en España son increíbles
Las dos principales empresas automovilísticas asentadas en suelo catalán tienen una facilidad enorme para presentar pérdidas. Lo hacen sin el más mínimo recato y claro, con esos números, la legislación laboral les favorece cualquier maniobra que pretendan llevar a cabo para ajustar sus necesidades de producción.
Nada que decir a que una empresa ajuste su contingente laboral al mercado, siempre y cuando lo haga con un respeto escrupuloso a su plantilla y a la sociedad en la que opera. Pero dicho eso, lo de la lágrima y las pérdidas consecutivas son una cantinela que nadie se acaba de creer a estas alturas de la película.
Ni Volkswagen ni el grupo Renault-Nissan son hermanitas de la caridad. Al contrario. Son multinacionales en las que el objetivo de maximizar el beneficio es una constante y sus cuadros están perfectamente adiestrados hacia la consecución de objetivos y el ahorro máximo de costes.
Por tanto, ninguna empresa en su sano juicio permanecería en un mercado si acumulase pérdidas reiteradas, año tras año. El caso de Seat-Volkswagen es paradigmático de ese proceder. Si la compañía alemana perdiera tanto dinero como declara en España haría muchos años que hubiera abandonado esta plaza en busca de otras localizaciones más rentables para sus propósitos.
La verdad de su operativa quizá radique en lo más invisible de las cuentas de resultados. ¿Cuánto le pagan las filiales españolas a sus matrices mundiales en concepto de royalties varios? ¿A qué precio pagan las piezas, sean motores o licencias de construcción las fábricas españolas? ¿Existe otra manera de repatriar beneficios a París o Wolfsburg que escapa de la tributación española o que se beneficia ante las administraciones de un determinado color en la línea final de la cuenta?
Hace años que pagamos dinero público para mantener abiertas esas factorías. Las administraciones (central, autonómicas y locales) se justifican por el empleo directo e indirecto que su actividad genera. Aunque no habrá gobierno que lo haga, no estaría mal que alguno examinara las cuentas de verdad para conocer cómo funcionan esos grupos tan acostumbrados a verter unas lágrimas que en otros casos supondrían cierres inmediatos. El gato existe, sí está encerrado o no sería bueno saberlo.