Los que gritaban en Las Ramblas no son 4 locos, son la esencia del poder catalán
Lo que sucedió en Las Ramblas no es un hecho aislado, sucedió en las puertas del colegio de Canet hace unos meses
El miércoles un presunto grupo de enloquecidos a los que todo el mundo se ha apresurado a calificar de trumpistas boicoteo el homenaje a las víctimas del atentado del 17 de agosto de 2017 en Las Ramblas de Barcelona.
Excepto Laura Borràs, que se abalanzó sobre los vociferantes para abrazarlos y agradecerles su soez ruindad, el resto de la clase política catalana presente en el acto hizo como San Pedro en el momento en el que prendieron a Jesucristo y negaron por tres veces conocer a la siniestra troup de boicoteadores pero no es cierto que no fueran espontáneos o desconocidos.
Los que gritaban, zarandearon e insultaron a las víctimas llamándoles “españoles” no son desconocidos, son la ANC, son OMNIUM, son del Consell de la República, son de Junts, fueron de Covergencia y pujolistas, son CDR, son la cream de la cream de un régimen que se ha construido a base de mentiras y manipulaciones hasta convertirse en algo zafio y viscoso capaz de zarandear a un padre que perdió a un hijo o de insultar a una hija que perdió a una madre de la que iba cogida de la mano ese 17 de agosto por la tarde.
Los que gritaban en Las Ramblas estaban luego convocados por el Consejo de la República, que preside Puigdemont y que reconoce el gobierno catalán, no obstante el papel que tenía que jugar fue elemento clave de la negociación entre ERC y Junts para formar el actual gobierno catalán, frente a la delegación del Parlamento Europeo en el Paseo de Gracia para exigir saber la verdad sobre esos atentados.
Su exigencia es otra mentira, para ellos solo hay una verdad aunque sea mentira: el atentado lo organizó España… porque lo dice Villarejo y porque en su relato les va de perlas.
Los que osaron interrumpir el recuerdo de un hermano hacia su hermana son los que han consumido horas y horas de peroratas de Rahola en el FAQS de TV3, son los que leen compulsivamente medios subvencionados, que sin esa subvención estarían cerrados por falta de ingresos, como El Punt, el Nacional o Vilaweb.
Los que osaron autocalificarse de víctimas frente a personas que vieron como su vida se congelaba ese 17 de agosto por la tarde son los que se sienten concernidos por Torra cuando les dijo eso de “apreteu, apreteu”, los que se han tragado el rollo no sé si trumpista pero si bolivariano de que las masas están por encima de la ley, los que se creen en el derecho concedido solo por llamarse Puigdemont, Puigneró o Argimon de imponer su lengua y su forma de ver la vida al resto que se llaman, vaya desgracia, Garcia -como el presidente de la Generalitat-, Fernández, López o Martínez.
Más de 40 años sembrando superioridad moral, riendo las gracias supremacistas de sujetos como Junqueras, que afirma que él tiene una genética más cercana a un francés que a un andaluz, no siendo eso lo peor sino que lo más triste es que la mayoría lo asimile sin más dan como resultado gente que casi deja de ser gente para ser espectros, sin alma ni humanidad que sin atisbo de duda sobre su superioridad moral e incluso étnica se van un miércoles cualquiera a Las Ramblas a escarnecer a familias rotas que jamás volverán a ser lo mismo.
Lo que sucedió en Las Ramblas no es un hecho aislado, sucedió en las puertas del colegio de Canet hace unos meses, sucede en los campus de las Universidades públicas catalanas varias veces a lo largo del curso, le sucedió al Juez Llarena en su domicilio particular de Sant Cugat, a los militantes de Vox, Cs o el PP en sus sedes, a la guardia civil en sus casas cuartel de Manresa y otros lugares.
Lo que sucedió el miércoles es el pan nuestro de cada día, solo que el miércoles había cámaras y los que han llevado a Cataluña a eso pensaron: “Se nos ha ido la mano” y por eso se desmarcaron. Lo que sucedió el miércoles es el resultado, la consecuencia y la realidad de lo que es el nacionalismo catalán hoy. Muchos titulares de prensa hablaban a posteriori de “el independentismo radical….”. Es un titular erróneo por reiterativo, no hay independentismo moderado, el independentismo es radical de por sí.