Los presos de ETA retan a Feijóo
Mal haría Núñez Feijóo si su acción política a los acercamientos de los presos de Eta se resume en unas cuantas declaraciones de rechazo más o menos severas
El escandaloso acercamiento al País Vasco de algunos de los presos etarras más sanguinarios pone a Núñez Feijóo en una difícil situación. El líder del PP no puede comportarse de manera tan cachazuda como hiciera su paisano, el expresidente Mariano Rajoy. La estrategia de esperar a que el otro se vaya cociendo en su salsa para acabar comiéndotelo con patatas no siempre es efectiva. Y Pedro Sánchez, lo ha demostrado, es capaz de superar cualquier situación antes de que le hinquen el diente. Alguien a quien expulsan sus propios compañeros de partido y le cambian la cerradura de su despacho, difícilmente vuelve a levantar cabeza. Y Sánchez lo hizo y además se merendó a Rajoy.
El presidente del Gobierno es consciente del difícil momento que atraviesa. Núñez Feijóo le supera en las encuestas, la situación económica, por mucho que le ayuden a disfrazarla los medios que le son afines, juega en su contra y los vientos de cambio de ciclo soplan claramente a favor del partido de la oposición. Con un escenario así, a ningún presidente del Gobierno se le ocurriría permitir acercar a las cárceles vascas a algunos de los presos con más asesinatos a sus espaldas. No habría cálculo político que pudiera superar tal ignominia. Y si Pedro Sánchez lo hace es porque ya ha medido las consecuencias de una acción de semejante calibre. Que nadie se engañe. No son solo presos por presupuestos. No es solo contar con el respaldo incondicional de Bildu y Esquerra para seguir en la Moncloa. Sánchez quiere forzar a Núñez Feijóo a moverse. Y sospecho que el líder del PP deberá hacerlo más pronto que tarde.
El PSOE acaba de anunciar el inicio de una gira por España para explicar qué hace el Gobierno. Confundiendo claramente la función del partido con la del ejecutivo y la del propio Estado. Una especie de terapia de choque basada en un baño de masas para quitarse de encima el síndrome de la Moncloa. Tanto Falcon, helicóptero Superpuma y comitiva de alta gama no es buena para la imagen de quien quiere recuperar posiciones en las encuestas. Así que los socialistas pondrán en marcha todo su aparataje, incluidos medios afines, para vender que las medidas aprobadas hace unas semanas en el Parlamento nos van a permitir vivir a todos los españoles muy por encima de lo que nuestra propia cuenta corriente nos dice.
El PP mientras tanto sigue dándose crema intentando que no se le caiga el moreno vacacional. Mal haría Núñez Feijóo si su acción política a los acercamientos de los presos de Eta se resume en unas cuantas declaraciones de rechazo más o menos severas. Sus votantes esperan una reacción. No quieren un “Rayjóo” como líder. Alguien que flirtea con el PNV ante la posibilidad de pactar quién sabe qué gobiernos futuros. Y Pedro Sánchez lo sabe, por eso mueve las fichas más vergonzantes que un político puede mover: las que humillan a las víctimas y obligan a reaccionar a quienes entienden la política como un ejercicio de dignidad. A diferencia del presidente del Gobierno, Núñez Feijóo no ha cometido todavía ningún destrozo que le impida salir a la calle con tranquilidad. Por eso quedarse quieto en estos momentos para no caer en la trampa que le tiende el adversario sería un error.
El líder del PP no debe olvidar lo que ya dijimos en algún artículo anterior: es el Gobierno de Iñigo Urkullu, que cuenta ya con todas las competencias en materia penitenciaria, el que se va a encargar de que los presos de ETA vayan saliendo a la calle. El modelo que se quiere implantar se basa en la promoción de los regímenes de semilibertad, en la resocialización en el ámbito comunitario, en la incorporación de la perspectiva de género y en la promoción de los encuentros restaurativos.
Durante las fiestas de Vitoria, San Sebastián, Bilbao y otras localidades vascas, los proetarras han ocupado las calles con total impunidad para reclamar la vuelta de los presos y su puesta en libertad. Los alcaldes del PNV han mirado para el cielo mientras silbaban un aurresku de concordia y convivencia pacífica.
El líder del PP debería tomar nota de quién crea el ambiente de hostilidad hacia sus militantes en el País Vasco y quién no hace nada por evitarlo. Unos y otros han conseguido su objetivo gracias a Pedro Sánchez, quien además va a salir a la calle a contarlo.
Núñez Feijóo debe reaccionar, aunque parezca una trampa.