Los políticos cabrean también a las pymes y a los autónomos

El divorcio entre la clase política y la ciudadanía no remite. La crisis ayuda a amplificar la grieta que siempre ha existido y que ahora se convierte en un desfiladero, un gran cañón. Quienes gobiernan las administraciones se han acostumbrado a prometer e incumplir sin sufrir las consecuencias, con total impunidad. Al contrario, el sufrimiento casi siempre cae de otro lado.

Si lo habitual es que los obreros, los parados, los estudiantes y ahora también los funcionarios se quejen del empeoramiento de sus condiciones vitales, estamos ante un fenómeno creciente de emergente enfado de colectivos habitualmente pausados, tibios en sus reflexiones y poco dados a la reivindicación pública.

El acto que anoche convocó la patronal Pimec en el hotel Barceló-Sants con casi 200 pequeños empresarios es una muestra inequívoca. En el aire flotaba aquella protesta contra el IAE en la plaza Sant Jaume de octubre de 1992. Autónomos y propietarios de microempresas se han organizado para criticar a los políticos que gobiernan las diferentes administraciones. Les recuerdan que sus compromisos electorales parecen propios de dirigentes latinoamericanos y que ejercen el poder de espaldas a la realidad social y económica con absoluta desvergüenza. Que han roto el contrato social con ellos. Contundente acusación.

 
Les asiste la razón ante dos gobiernos de derechas a los que posiblemente votaron y ahora les abandonan

Si el gobierno del PP se llevó lo suyo en esa reunión por la política fiscal y por el encarecimiento energético, el de CiU en Catalunya también recibió su cuota. Es tan trilero decir que se van a reducir los impuestos y hacer lo contrario como vanagloriarse de edificar una administración business friendly y dedicarse a otros menesteres de sobras conocidos y cualquiera de ellos alejados de la política económica y/o industrial.

Diríase que hemos evolucionado un peldaño por encima del català emprenyat que acuñaron algunos. Hoy hasta los autónomos y los pequeños empresarios dicen basta a lo que sucede y piden cambios urgentes casi cuando la crisis está desvaneciéndose. Les asiste la razón, como a tantos otros colectivos críticos, pero siguen teniendo enfrente a dos gobiernos de derechas que posiblemente han votado y que han renunciado a representarles. Como le sucede a la gran mayoría de ciudadanos. Ayer era la queja de un colectivo concreto, pero cada día es el gran drama de todos.