Qué mejor inicio de año que hablar de los pilares de la economía. Estamos en un período difícil, donde muchas decisiones importantes se deben tomar, y no debemos olvidar que tan o más importante que la propia decisión debería ser analizar y conocer el sustrato de la misma. La economía de un país siempre tiene, o debería tener, una filosofía en sus líderes con el camino a trazar.
Como hemos comentado en otros artículos estamos dentro de un período convulso donde la clave de los últimos siglos, la generación de empleo, se extingue con gran facilidad. Pero recordemos que no sólo se extingue, sino que difícilmente se generará tal como lo hemos conocido. Sin lugar a dudas, es el cambio más importante que nos dejará la crisis cuando la podamos mirar con perspectiva.
En nuestro sistema actual, el pilar básico de la economía ha sido y es el trabajo, más bien en su forma de remuneración económica de una actividad. Es decir, un individuo trabaja para recibir por su contra un bien, llamado dinero, que a su vez redistribuye consumiendo otros bienes creados por terceros, que a su vez cobran por esa labor. Cuando el trabajo escasea, el bien a distribuir escasea, y el consumo cae, ofreciendo un escenario en cascada que afecta al origen del propio trabajo.
Nadie debe olvidar que el origen de ese planteamiento viene de la mano del economista y filósofo escocés Adam Smith con su obra, publicada en 1776, Una investigación sobre la naturaleza y causas de la riqueza de las naciones donde exponía que la clave del bienestar social está en el crecimiento económico, que se potencia a través de la división del trabajo y la libre competencia. Según esta tesis, la división del trabajo, a su vez, se profundiza a medida que se amplía la extensión de los mercados y por ende la especialización. Es decir, en síntesis sin trabajo no hay crecimiento económico.
Ahora nos encontramos en esa situación, sin lugar a dudas nunca vista anteriormente, donde el trabajo tiende a cero, a diferencia de 1776, una época pre industrial, donde tendía a un hipotético infinito. El escenario es claramente diferente, por lo que las respuestas deberían ser también claramente diferentes.
Colocar el trabajo como clave de la economía implicó nuevas aceptaciones. No debemos olvidar en ese papel a otro clásico como Karl Marx que consideraba que la esfera económica, el capital, domina y condiciona el funcionamiento de la sociedad moderna. Punto de partida fundamental para comprender qué es esa sociedad moderna y cómo funciona a través de las relaciones de dominación entre las clases: de un lado los proletarios, y de otra los burgueses.
Que nadie se alarme que no vamos a dirimir, a estas alturas de año, una disputa en Smith y Marx, trasladándola al siglo XXI, cosa que por cierto, muchos economistas se hartan de hacer. Vamos a un concepto más sencillo que es trazar una línea en un escenario totalmente diferente. Entonces la clave era el trabajo, y aquí y ahora vemos que es un bien escaso, y con tendencia a cero.
Nadie debe dudar que Smith y Marx hubieran formulado otras teorías en un escenario como el actual. La realidad de una época y unos valores ha sido tan cambiante que no debemos dudar en buscar alternativas a las filosofías más clásicas. Si antes la clave era el trabajo y ahora no lo puede ser por su escasez, debemos preguntarnos ¿cuál es la clave que mueve la economía en la sociedad actual?.
Seamos francos, en una sociedad como la europea ¿hay claves de desarrollo? O mejor, ¿hay pilares que mantener?. Sólo aquellos que se permiten dar vueltas por el mundo podrán entender que hemos llegado a un momento de madurez en la sociedad que no permite más que defender los pilares que la han creado. Vivimos en una sociedad de bienestar, confortable, que ninguna otra generación ha disfrutado. En el mundo todavía, y durante muchos años, habrá zonas donde el referente sigue siendo Europa.
Debemos pues consolidar esos pilares de la sociedad antes que nada. No es importante ya pensar en generar trabajo, sino pensar en como mantener los pilares de la sociedad sin un empleo generalizado. Que nadie olvide que los pilares a defender son la sanidad universal, la educación de calidad y la justicia.
Alguien dirá pero sin trabajo no hay dinero, y sin dinero, no se mantiene el sistema; y aquí no nos queda más que volver a Smith, ¡e incluso a Marx! Quizá el viejo concepto liberal según el cual la suma de los egoísmos individuales debe ser mutado por un concepto de beneficio común, pero con respeto para los individuales. Pero cuando hablamos de bien común siempre puede surgir la duda, ¿de común para quién? Entonces no debemos dudar en que el conjunto no pierda.
Y vamos a un ejemplo práctico. Es coherente que en una sociedad con trabajo tendente a cero, ¿alguien tenga un trabajo garantizado de por vida? ¿Es superior el derecho a haber aprobado una oposición al derecho de tener un bien escaso, como el trabajo? Y más directos, ¿es mejor subir un IRPF a todos, o suprimir una televisión o empresa pública de unos pocos? (dígase RTVE o TV3) ¿Subir un IRPF a todos o mantener empresas públicas mantenidas por todos?. Y ¿por qué bajar un 20% la subvención a partidos, patronal o sindicatos, cuando podemos eliminarla al 100%?
¿Donde está el límite del sistema? ¿En una frontera? ¿En una crítica? ¿En un miedo al que dirán? O, ¿en la voluntad de unos pocos?. Para conservar sus pilares, Europa debe salir de su ostracismo y mirar el mundo, lograr que más países entren en una dinámica positiva. Exportar sus valores y sus personas. Pero también eliminar las cosas superfluas que afectan a unos pocos con rectitud antes que “sociabilizar” mediante impuestos, como la subida del IRPF, la crisis a todos los ciudadanos.
Decía Smith que los egoísmos mueven el mercado. Debemos por fin, eliminarlos en cualquier forma de prebenda para que nadie tenga unos derechos superiores a otros. Ni por poseer un valor preciado como el trabajo, ni por pertenecer a una empresa determinada y mantenida por el resto. Llega el tiempo de tomar decisiones importantes, pensando más en mantener unos pilares de todos que unos derechos de sólo unos.
Que presidentes como Rajoy y Mas tomen decisiones inmediatas que no recorten los pilares básicos de la sociedad de todos. Llamen a sus expertos y pregunten qué repercusión tendría en las cuentas suprimir. ¡Sí!, digo suprimir entidades como las televisiones públicas o otras empresas públicas que no forman parte de los pilares de la sociedad. Hagan números y pregunten cuanto costaría facilitar la transformación del trabajo público en un concepto más flexible, mucho más flexible. Nadie puede tener un derecho superior, a estas alturas, por haber aprobado un examen. Lo reitero: ¡nadie!.
Al final se darán cuenta que haciendo cuatro números básicos no sólo se eliminarán unos costes que sólo benefician a unos pocos, sino que una gran mayoría podrá disfrutar de la misma capacidad de consumo, o mayor, dando pie a una nueva generación de riqueza. Y lo que buscamos es trabajar en esa línea.
Pero siempre que hagan números sobre una idea de sistema basado en los pilares de la educación, sanidad y justicia. Estos nunca deben recortarse, sino que deben reforzarse como la máxima de nuestra sociedad. No debemos colocar el trabajo, y menos, el trabajo de unos pocos por encima de nuestros pilares.
Esa debería ser la premisa del año que empezamos estos días. Presidentes Rajoy y Mas sean valientes, y tomen decisiones valientes para todos, no sólo para unos. Recuerden la historia marcará que el 2012 fue su año, de éxito o de fracaso.