Los mercados y Trump en vísperas del G20: expectativas defraudadas
Trump no tiene motivos para ofrecer concesiones sustanciales: su popularidad entre el conjunto de la población se mantiene invariable
En mayo los índices bursátiles de EEUU registraron alzas históricas y arrastraron a las principales plazas del mundo. La causa fue la expectativa de que la Reserva Federal reduciría pronto los tipos de interés y las negociaciones comerciales entre EEUU y China iban por buen camino.
Pero en el frente monetario, el presidente de la Reserva Federal, Jerome Powell, ha echado un jarro de agua fría sobre los inversores al asegurar que resistirá la presión del presidente Donald Trump y los mercados respecto a un recorte de tipos.
En mayo, el desempleo se mantuvo en el 3,6%, su nivel más bajo en 49 años, y se generaron 113.000 empleos
Powell ha declarado que la Fed examina la evolución del mercado laboral, de la inflación y de las disputas comerciales. Una disminución de tipos en la reunión de la Fed de finales de julio ya no es una certidumbre.
El presidente de la Reserva Federal de St. Louis, James Bullard, también ha modificado la postura que expresó hace pocas semanas y resaltado que una reducción de 50 puntos básicos a finales de julio sería excesiva.
La Reserva Federal tiene motivos para no alterar los tipos. El crecimiento del PIB de EEUU en el primer trimestre fue de 3,1% a ritmo anual. En mayo, el desempleo se mantuvo en el 3,6%, su nivel más bajo en 49 años, y se generaron 113.000 empleos. Los precios inmobiliarios y de otros activos son altos.
El mejor desenlance posible será que la administración Trump no aplique aranceles sobre 320.000 millones de dólares de exportaciones chinas a EEUU
Pero Powell y Bullard en mayo suscitaron la expectativa entre los inversores de una bajada de tipos. Si el 31 de julio la Reserva Federal no recorta en 25 puntos básicos la tasa de fondos federales de su actual horquilla de 2,25-2,50%, los mercados reaccionarán negativamente.
En el frente comercial, los inversores deben aceptar que la cumbre del G20 del próximo sábado en Osaka no producirá un acuerdo entre el presidente Trump y el líder chino Xi Jinping. Fuentes del gobierno de EEUU ya están rebajando las expectativas respecto a la cumbre de Osaka.
El mejor desenlance posible será que la administración Trump no aplique aranceles sobre 320.000 millones de dólares de exportaciones chinas a EEUU, una medida que intensificaría la guerra comercial y provocaría un desplome de los índices bursátiles.
Se prevé que las delegaciones de alto nivel de ambos países reprendan sus negociaciones después del G20. Pero la postura de Beijing se ha endurecido. Fuentes próximas al Partido Comunista de China repiten casi diariamente que Beijing no claudicará ante la presión de Washington, estableciendo paralelismos con su apoyo a Corea del Norte durante la guerra de Corea, librada entre 1950 y 1953.
El cuadro macroeconómico de EEUU es sobresaliente, las consecuencias de la guerra comercial son limitadas
Se preparan listas de empresas de EEUU cuyas actividades en China podrían ser restringidas, de forma parecida a la suerte que ha corrido Huawei. Doce operadores de telecomunicaciones rurales de EEUU han anunciado que no comprarán componentes de Huawei y optarán por Nokia y Ericsson.
Las negociaciones entre Washington y Beijing se interrumpieron a finales de abril. El gobierno chino se negó a modificar leyes que garantizarían sus promesas verbales de reducir sus subvenciones a empresas chinas de alta tecnología, respetar los derechos de propiedad intelectual y no obligar a las empresas occidentales a traspasar su tecnología a sus socios chinos.
Por su parte, Trump no tiene motivos para ofrecer concesiones sustanciales. El cuadro macroeconómico de EEUU es sobresaliente, las consecuencias de la guerra comercial son limitadas y su popularidad entre los votantes republicanos (más del 86%) y el conjunto de la población -por encima del 40%- se mantiene invariable.
Las cifras también refuerzan a los halcones dentro de la administración Trump. En 2018 se aplicaron aranceles del 10% sobre 250.000 millones de dólares de exportaciones chinas a EEUU -desde muebles a paneles solares y semiconductores- que Trump elevó al 25% en mayo.
No obstante, las estadísticas del gobierno chino muestran que su superávit comercial con EEUU ascendió un 17% en 2018 y alcanzó los 323.320 millones de dólares, la cifra más alta desde 2006.
Las exportaciones chinas a EEUU en 2018 aumentaron un 11,3%, mientras que las de EEUU a la segunda economía mundial registraron una subida casi imperceptible del 0,7%. Por consiguiente, el mejor resultado que cabe esperar del encuentro entre Trump y Xi Jinping del próximo sábado es la no aplicación de nuevos aranceles por parte de Washington y la escenificación de que se reanudarán las negociaciones a alto nivel.
El ministro del Tesoro de EEUU, Steven Mnuchin, y el representante comercial, Robert Lighthizer, deberían según esta lógica retomar pronto su diálogo con el viceprimer ministro Liu He, el negociaciador del gobierno chino.
El caso de Irán
Aunque los inversores asuman la falta de buenas noticias en el frente monetario y comercial, la tensión entre EEUU e Irán puede desbordar su paciencia. Trump ya ha anunciado la retirada de tropas de Irak y Siria y es evidente que no desea un enfrentamiento bélico con Irán.
Pero la desesperación de Teherán se acrecienta con cada nueva ronda de sanciones impuestas por Washington. A la retirada del acuerdo nuclear con Irán en mayo de 2018 siguió la prohibición -bajo pena de sanciones- de importar crudo iraní a empresas de muchos países.
A principios de mayo de este año, EEUU no renovó las exenciones para importar petróleo iraní a Italia, Taiwan, Turquía, China, Japón, Corea del Sur, India y Grecia. Arabia Saudita y los Emiratos Árabes Unidos se han comprometido a incrementar su producción para compensar la falta de crudo iraní.
En abril de 2018 Irán producía 2,5 millones de barriles de petróleo diarios. El pasado mes de mayo la producción fue solamente de 400.000 barriles diarios. Irán necesita tecnología occidental o china para explotar sus reservas de petróleo.
Pero la administración Trump está fomentando la exportación de petróleo y gas natural estadounidense, especialmente a potencias asiáticas como China, India y Corea del Sur. El hundimiento de la economía iraní explica sus ataques contra petroleros de Arabia Saudita y los Emiratos Arabes Unidos y su derribo del dron militar estadounidense.
A expensas de Trump
En Osaka, el presidente Trump tiene previsto reunirse con los líderes de las principales economías mundiales. Aunque descartó por ahora aranceles sobre México, EEUU tiene escaramuzas o guerras comerciales abiertas con China, Japón, México e India.
El contencioso sobre las exportaciones de vehículos de la UE a EEUU tampoco está resuelto. Trump viajará a Seúl después del G20 para tratar con el presidente de Corea del Sur, Moon Jae-in, cómo reprender el diálogo con Kim Jong Un.
Al presidente de EEUU no le asusta tener abiertos tantos frentes comerciales y geoestratégicos al mismo tiempo. Pero los dictadores de países enemistados con EEUU también son conscientes de dicho comportamiento.
Esperemos que no pongan a prueba al presidente de EEUU durante su viaje por Asia. Las consecuencias de intentarlo podrían ser muy nocivas para la economía internacional.