Los mercados pasan de Cataluña, pero Rajoy no debería

Aquello que genéricamente llamamos mercados (y que son tan plurales como la propia sociedad) están tranquilos con el futuro de Cataluña. Tras el 9N y su resultado, los inversores, los fondos de inversión, las grandes compañías, incluso los pequeños ahorradores agrupados entienden que el asunto político catalán tiene un recorrido limitado. Dos elementos lo avalan: la prima de riesgo de España (el indicador que mide la evolución de la deuda pública con respecto a la referencia alemana) descendió y la bolsa española, en la misma línea de interpretación, mejoró su situación.

En síntesis, al mundo del dinero, siempre miedoso y cobarde, los resultados de la pseudoconsulta celebrada por los catalanes no le inquietan. Es un alivio, porque de haber sido de otra manera hubiéramos soportado dos presiones, la política y la económica.

Pero que los mercados pasen de Cataluña en el corto plazo no es una buena noticia. Sobre todo porque su interpretación de los hechos no afecta sólo a los intereses y ciudadanos del territorio concernido, sino que se hacen extensivos al conjunto de los españoles. Una cosa es que no les preocupe lo que acontece y otra es que no les ocupe. Eso segundo es más peligroso, porque la inversión internacional es uno de los elementos que permiten impulsar la economía y el nivel de riqueza de una manera evidente.

Otra cosa es la interpretación política. Ayer ya señalé que Artur Mas ha vencido a Mariano Rajoy y a Oriol Junqueras. En el caso del presidente español, porque ha conseguido imponer su iniciativa política y su agenda. Con respecto a su socio parlamentario catalán, Mas ha sido capaz de sacar adelante una iniciativa que ningún dirigente de ERC habría soñado jamás. El problema es que a la vez que lo conseguía también lo capitalizaba y eso puede restar apoyos del arco soberanista a los republicanos que lidera Junqueras.

Lo más inteligente por parte de Rajoy es no dejar que sean sus adversarios quienes lleven la iniciativa política con este tema. Me aseguran desde ámbitos muy próximos al jefe del Ejecutivo que es consciente de que el mayor asunto político que debe resolver es el que concierne a Cataluña. Si fuera capaz de ponerse al frente del asunto y darle un giro mínimamente razonable triunfaría tanto como cuando logró evitar la intervención económica de España hace dos veranos.