Los Juegos Olímpicos independentistas
Es muy difícil que los juegos olímpicos de invierno de 2030 se celebren en el Pirineo catalán. El COI mide el apoyo popular a las candidaturas y cualquier visita de un comité evaluador a Puigcerdà o la Seu d’Urgell acabaría como el rosario de la aurora
No comprendo porque la CUP no quiere que se celebren en el Pirineo los juegos olímpicos de invierno de 2030. En 1988 los entonces jóvenes Oriol Pujol, Quim Forn y otros militantes de la Joventut Nacionalista de Catalunya, las juventudes de Convergència, reventaron la reinauguración del Estadio Olímpico de Montjuïc con una sonora pitada al Rey.
La obsesión nacionalista durante todo el recorrido de la antorcha desde Ampurias hasta Barcelona fue que junto a los portadores de la antorcha se vieran muchas esteladas. Pujol siempre fue reticente al evento olímpico porque le daba repelús ver a atletas españoles, y peor aún si eran catalanes, subir a lo más alto del cajón y escuchar el himno de España en Barcelona. Para Pujol y el nacionalismo la final de fútbol olímpica en un estadio del FC Barcelona plagado de banderas de España fue uno de los peores momentos de su vida.
Si yo fuera independentista exigiría al Gobierno central su apoyo incondicional a la concesión de los juegos olímpicos de invierno de 2030 y una vez los hubiera conseguido los convertiría en una enorme operación de propaganda. El independentismo xirucaire lleva décadas acudiendo a las etapas pirenaicas del Tour de Francia para pintar sobre el asfalta esteladas primero y lazos amarillos después y correr junto a los ciclistas con la estelada al hombro.
El independentismo xirucaire lleva décadas acudiendo a las etapas pirenaicas del Tour de Francia para pintar sobre el asfalta esteladas primero y lazos amarillos después
Un mes con las TV de todo el mundo retransmitiendo los juegos con el control que los independentistas tienen de todas las comarcas pirenaicas se convertiría en un espectáculo abrumador y deprimente. Solo hay que circular por el Eix del Ter o del Llobregat para ver las inmensas pintadas de inspiración castrista en los túneles y muros de contención.
La capacidad de patrimonializar unos juegos celebrados en territorio propicio es tal que los independentistas no irían con Italia como sucedió en la semifinal de la Eurocopa de fútbol sino que soñarían con que España ganara una medalla de oro para poder reventar el acto de entrega de dicha medalla.
Es muy difícil que los JJ.OO de invierno de 2030 se celebren en el Pirineo catalán, y es una pena porque sería una oportunidad para mejorar infraestructuras y evitar la perdida de población del Pirineo. Pero el COI mide el apoyo popular a las candidaturas y cualquier visita de un comité evaluador a Puigcerdà o la Seu d’Urgell acabaría como el rosario de la aurora y los miembros de dicho Comité escrachados y refugiados en algún furgón de los Mossos, si les dejan.
Es muy difícil que los JJ.OO de invierno de 2030 se celebren en el Pirineo catalán, y es una pena porque sería una oportunidad para mejorar infraestructuras y evitar la perdida de población del Pirineo
La CUP y los Comunes se oponen a los juegos porque su naturaleza es la de estar en contra de cualquier cosa que suene a progreso y empleo. ERC no se moja para no molestar a sus socios. Junts y el PSC están a favor pero el PSC no hará nada que altere a ERC así que esperará a que los independentistas se pongan de acuerdo cosa que no sucede jamás.
Aragón, que también tiene Pirineo, como Navarra y Francia se ha descolgado del proyecto porque se siente marginada y despreciada por el independentismo catalán. Unos juegos celebrados en Baqueria, las estaciones de Aramon, Andorra, la Molina y la Masella eran una oportunidad de fomentar ese turismo de alto poder adquisitivo por el que siempre suspiramos pero que cuando, como en el Mobile, nos visita tampoco lo queremos porque en realidad el problema no es quien nos visita sino la turismofobia y la aprensión al progreso de quienes nos gobiernan.