Las redes sociales, la hemeroteca de prensa escrita, de audios, de vídeos, se están acostumbrando con demasiada frecuencia a ser testigos de las cambiantes posiciones políticas de Pedro Sánchez. Con una inusitada frecuencia habría que insistir. También, compromisos públicos, declaraciones de principios, que la actividad de Pedro Sánchez tritura con una facilidad pasmosa, que convierte en papel mojado.
Como el código ético del PSOE, que obliga a sus militantes a no apoyar indultos o medidas similares a aquellos que cometieron delitos de corrupción, como es el caso de la malversación de caudales públicos por el que han sido condenados la mayoría de los políticos condenados por el 1-O.
¿Qué harán los militantes socialistas cuando el Consejo de Ministros examine la petición de indulto de Junqueras, Jordi Sánchez, Carme Forcadell… y compañía? ¿Dará Pedro Sánchez una nueva vuelta de tuerca? Falta poco para saberlo.
Mientras tanto, la oposición se moviliza y las dos Españas vuelven a tomar cuerpo, en este caso por la política frentista de un gobierno que no parece dudar en utilizar cualquier recurso en sostener su mayoría parlamentaria.
