Los errores del gran empresariado catalán
El hijo de una de estas estirpes del centenar de familias que están en todas las cúpulas de las instituciones empresariales me decía hace unos años que muchas de ellas eran una gerontocracia. Y le decía en coña a su padre: «Oye papá, a ver si os retiraré para que podamos subir otros».
Hasta ahora, la cúpula de poder en Catalunya había quedado al margen del fragor de la mayoría de los mortales. Les bastaba con mover los hilos a distancia. Pero todo ello ha llegado a su fin con la llegada de la tormenta perfecta: crisis del modelo de relaciones laborales y del sistema del estado del bienestar; crisis del régimen de la Segunda Restauración y de legitimidad democrática debido a la explosión de la corrupción, y crisis definitiva de la relación Estado-Catalunya.
Sólo en el primer campo, en el corto plazo, están obteniendo reformas en la dirección que querían, pero sin abordar el cambio de modelo empresarial hacia modelos 2.0, participativos y horizontales. Así, sólo se trata de un breve canto del cisne de la competitividad.
Pero en los otros dos campos, una parte de las élites empresariales han despertado por primera vez, en primera línea de fuego y lo hacen tarde y mal. Desde mi punto de vista, desde el de una persona que los ha tratado y que lo quiere decir de buen rollo, estos son los 6 errores de la gran empresa en Catalunya:
1. Pensar, por parte de los sectores concesionarios de los servicios –que en Catalunya son privados por falta de inversiones estructurales del Estado (déficit y deuda fiscal)–, que la acumulación de capital por el sistema de peaje diferencial sería eterno. Pensaban que nunca tendría un coste político, social o económico, que significase la muerte de la gallina de los huevos de oro o la revolución del gallinero (¡Ay, la gallineta de Llach!).
2. Pensar que, como sus cuentas a final de mes no lo notaban, no era necesario que fueran reivindicativos en relación a la sistemática marginación de Catalunya en la financiación y las inversiones. Fomento del Treball, que pedía en 1900 el concierto económico, ha tenido que esperar a ver con temor la deriva independentista para que volviera a reclamar un pacto fiscal indefinido. ¡A buenas horas! O sólo esperaron, en un momento de gran sensibilización sobre las competencias aeroportuarias y sólo impulsados desde atrás por FemCat y algunos de los que estábamos en el Govern, a que se organizara el acto de ESADE, que se desinfló como un Souflé tras una visita a Madrid. O que haya tenido que estar un profesional autónomo y tozudo como Amorós, el que haya movido casi en solitario el lobby FERMED por el corredor ferroviario.
3. Pensar que la garantía del oasis catalán era la sociovergència. Mejor si estaba repartida en ambos lados de la Plaza de Sant Jaume, pero unida en lo esencial. Y ahora resulta que el temporal integral se lleva por delante los pilares partidistas del régimen de la Segunda Restauración en Catalunya.
4. Haber desaprovechado la fuerza de representación que tendrían unas cámaras de comercio auténticamente participativas con elecciones electrónicas y sin maniobras de cooptación (oportunidad perdida, cuando no se hizo caso del informe del departamento de Comerç, que yo mismo presidía, sobre elecciones on line). Después, vino Paco con las rebajas y les sacaron por decreto la cuota empresarial, sin llanto de los que no se consideraban suficientemente representados.
5. Pensar que la Monarquía era la mejor institución para asumir la intermediación entre Catalunya y España. Gente de buena fe de la economía productiva se han cansado, aún ahora, de promover visitas reales y principescas, que sólo sirven para adormecer las conciencias del empresariado catalán, pero que no provocan ningún retorno al otro lado. Al contrario, ya se ha visto el silencio del Rey cuando estaban destrozando el Estatut y su posicionamiento beligerante cuando el pueblo catalán ha empezado a moverse hacia la emancipación. Monarquía que, por cierto, cuando hace funciones de representación internacional sólo se preocupa de los grandes grupos oligopólicos madrileños.
6. Finalmente, ventilar unidireccionalmente las llamadas al comportamiento virtuoso de los políticos y administradores públicos, pero sin capacidad de arreglar las propias miserias que han impedido poner en marcha un eficiente sistema de formación ocupacional y continua. Y, ahora que estallan en cadena las corrupciones, no saber estar a la altura poniendo en cuestión las prácticas corruptoras y contrarias al libre mercado de algunas empresas.
Las patronales de pymes se ha diferenciado tanto como han podido de estas políticas. Pero, ya sea por falta de resortes o por la sensación de debilidad y soledad, no han podido hacerse oír lo suficiente. Por ello, no es extraño que también en el campo empresarial aparezcan fenómenos auto organizados como el del Cercle Català de Negocis, y otros que irán apareciendo. Son muestras que la mayoría social empresarial no se siente representada por ciertas cúpulas. Los autónomos que son víctimas de una Catalunya de peaje (sanitario, escolar y viario). Las microempresas y las pymes que aguantan una mayor presión salarial de los sindicatos por culpa del coste de la vida y la inflación diferenciales de Catalunya. Porque la sanidad, la escuela, el transporte y la cultura de pago son los más caros del Estado y, por culpa del déficit fiscal, los trabajadores de aquí no están recibiendo el salario social abundante que reciben otros trabajadores de las autonomías subsidiadas. Por lo tanto, el factor nacional y ahora, el factor corrupción, sólo son los detonantes de un malestar social que ya existía también entre el empresariado.
En este sentido, acabamos una semana (otra) memorable. Resulta que tanta fiebre urbanística podría haber servido para pasar presuntamente los sobres a Rajoy, Cospedal y Jiménez Losantos (y quizás a algún otro gran partido). ¡Salvadores de España! La UE sanciona a España con devolver 34 millones de euros por irregularidades en adjudicaciones de la construcción AVE Madrid-BCN.
¿Las mismas irregularidades que van a parar a los sobres? Con Rajoy en primera plano internacional, España encabeza un ránking: el de nivel de desprestigio del Presidente de Gobierno y la rapidez en conseguirlo. Rajoy ha superado a Berlusconi. Algunos ciudadanos españoles comienzan a preguntarse si, mientras aplaudían el robo legal (déficit fiscal) a los catalanes, no se daban cuenta de que les tomaban la cartera por sobres. Y también se preguntan si la obsesión en la ley de la unidad de mercado no va destinada a facilitar la unidad de «chanchullo en lo universal».
Por todo ello, cuando Rosell de la CEOE ve desprestigio total en el sector público, cada vez somos más los que esperamos ansiosos un código ético a las patronales y la expulsión inmediata de la patronal de las empresas corruptoras. Estoy esperando una defensa cerrada del libre mercado y la condena al infierno de los que se lo saltan corrompiendo políticos o funcionarios.