Los encargos de Mas para ser un nuevo Pujol
La confusión que vive Convergència Democràtica es la que experimenta también el conjunto de la sociedad catalana. Todo está revuelto. Las ideologías se tambalean, porque los tiempos nos superan de forma constante. Una de las pruebas de fuego la tendrá ahora Josep María Álvarez, nuevo secretario general de la UGT. Ya no se trata de su posición sobre el problema catalán, sino de la defensa de unos trabajadores que no se afilian, que se dan de alta de autónomos para autoemplearse, en el mejor de los casos. La defensa de cada vez menos trabajadores, porque el sistema productivo los expulsa, con mejoras constantes en la productividad.
El caso es que Mas ha ideado una fórmula. Considera que Convergència puede volver a ser lo que fue, aunque después de haber dado un pasito adelante, con su posición a favor de que Cataluña tenga estructuras de Estado. Lo que se interprete como Estado, eso es otra cosa. Para Mas puede ser un Estado asociado, o una parte de España con gran autonomía, que pasaría, como primera medida, por una independencia fiscal.
Lo que parece que Mas pretende es una mutación en un nuevo Jordi Pujol, que, –con todas las diferencias, evidentes, de todo tipo—para que CDC sea todo al mismo tiempo: soberanista, pero no del todo, de centro-derecha, pero no del todo, conservadora, pero no…. Y con esas ha ido encargando papeles: Germà Gordó defiende la vía pragmática; Josep Rull el alma socialdemócrata y soberanista; Jordi Turull la ortodoxia de la organización, y Fernández Teixidó el alma liberal, con el ánimo de seguir conectado a España. Con la idea de que todo confluya, después, desde proyectos aparentemente distintos, en una nueva CDC.