Los efectos colaterales de las elecciones catalanas
La victoria del separatismo en las elecciones catalanas afianzará la alianza que ha tejido el Gobierno de Pedro Sánchez con ERC
Con independencia de quién sea el nuevo presidente de la Generalitat, lo que está claro es que el separatismo ha ganado las elecciones autonómicas en Cataluña, gracias en parte a la elevada abstención que ha provocado la pandemia, pero también a la profunda división que impera entre las fuerzas constitucionalistas para poder ofrecer una alternativa viable y sólida al nacionalismo en un contexto caracterizado por la política de bloques.
Y esta victoria tendrá, sin duda, efectos colaterales sobre el conjunto del país. El primero y más importante es que afianzará la alianza que ha tejido el Gobierno de Pedro Sánchez con ERC para mantenerse en el poder con un mínimo de estabilidad durante la presente legislatura. Un pacto que, sin embargo, tendrá un precio. La factura a pagar serán, por un lado, los indultos a los políticos condenados por el procés, ya sea de forma explícita o por la puerta de atrás, atenuando el delito de sedición para dar por cumplidas las penas.
«Sobre el tapete ya está la famosa “armonización fiscal” que tanto ansían tanto PSOE y Podemos como la propia ERC»
Pero, por otro, este apoyo también se traducirá, muy posiblemente, en una serie de cambios sustanciales en el sistema de financiación autonómico, cuya reforma se iniciará entre este año y el que viene. Sobre el tapete ya está la famosa “armonización fiscal” que tanto ansían tanto PSOE y Podemos como la propia ERC, y cuyo fin no es otro que acabar con la política de bajos impuestos que desarrolla Madrid desde hace 16 años para, de este modo, maquillar su fracasada política económica.
Esta particular recentralización competencial, la primera en democracia, irá acompañada, curiosamente, de la cesión de nuevas competencias y recursos a nivel autonómico para tratar de saciar algunas de las demandas nacionalistas.
Ciudadanos tiene los días contados
Y mientras que PSOE y ERC están condenados a entenderse a nivel nacional para propiciar la gobernabilidad, la debacle electoral de Cs en las catalanas confirma que este partido tiene los días contados. Este partido nació en Cataluña y allí parece haber firmado su defunción.
La ausencia de un proyecto claro y la espantada que protagonizó la vencedora de los anteriores comicios regionales, Inés Arrimadas, ha terminado por dar la puntilla a un partido cuyo papel y utilidad ha dejado de tener sentido para la mayoría de sus votantes. Si se mantiene como una fuerza residual en el Congreso o termina fusionándose con el PP es una cuestión que tendrá que determinar su directiva, pero su oportunidad como posible alternativa de Gobierno ya expiró.
La oportunidad de Ciudadanos como posible alternativa de Gobierno ya expiró
Y la tercera gran consecuencia, aunque no menos importante, es el sorpasso de Vox, tras convertirse en el principal partido de la derecha en Cataluña. El desplome de Cs ha sido aprovechado por el PSC, pero también en menor medida por el partido de Santiago Abascal, que ha cosechado un respaldo muy superior al de los populares.
Este resultado no se puede trasladar al conjunto de España, puesto que la situación política en Cataluña es excepcional y, por tanto, no resulta extrapolable, pero es relevante y marcará, sin duda, una nueva fase en la tensa relación que mantienen PP y Vox.
El ascenso del partido verde en Cataluña evidencia el hartazgo que experimenta una parte de los votantes con la deriva independentista, pero también el acierto de haber colocado en el debate público cuestiones como la inseguridad ciudadana o la inmigración ilegal, cuya problemática es ignorada por el resto de fuerzas.
Este sorpasso corre el riesgo de dificultar el acercamiento entre PP y Vox y, aunque todavía es pronto para sacar conclusiones definitivas, la división de la derecha complica hasta el extremo la consecución de una futura victoria electoral que posibilite un cambio de gobierno en España.