Los ecos europeos de Jordi Pujol

El europeísmo fue siempre una de las claves permanentes de la vida política de Pujol pero incluso eso parece haber penetrado en una selva de espejos. Acaba de sugerir en Bruselas que lo que consideren las instituciones comunitarias sobre el secesionismo catalán es de importancia menor.

El argumento central de la nueva geoestrategia pujolista es que la Unión Europea a veces ha cambiado de opinión. Cita el caso de la reunificación de Alemania como modelo. Es decir: Europa no estuvo desde el primer momento a favor de la reunificación alemana pero acabó cediendo.

Ahí tenemos un problema de lógica comparativa. En primer lugar, porque la Alemania del Este, sumada al Oeste, se sumaba al impulso europeo. Entraba; no salía.

En el caso de la propuesta independentista catalana, las cosas son al revés: se trataría de irse de España y no de reunirse como la nación alemana. Por todo eso Catalunya es muy distinta a Alemania y su permanencia en la Unión Europea depende de adhesiones y tratados que fueron ratificados por los Estados-miembro y no por sus partes escindidas.

 
Pujol avala que Catalunya se vaya de España y también de la UE

Sorprende que diga ahora estas cosas el mismo Pujol que hace años se movía por Baden-Württemberg como por su casa, el mismo Pujol que tuvo entrada en los grandes despachos de Bruselas, el mismo Pujol que presidió la Asamblea de las Regiones de Europa.

En uno de los jugosos libros sobre los viajes de Pujol, el periodista Ramon Pedrós, al frente del gabinete de prensa de Pujol presidente de la Generalitat, cuenta cómo consiguió arrebatarle a Fraga la presidencia de la Asamblea de las Regiones de Europa. Pujol se sentía muy a gusto en el regionalismo europeo. Se codeaba con Jacques Delors y –cuenta Pedrós– le daba lecciones a Jacques Santer, entonces al frente de la Comisión.

Era una parcela más de poder, y muy preciada por Pujol. Pedrós le describe atrapado por una contradicción: “el presidente de la nación catalana, que aspira a ser defendida en igualdad de derechos y de condiciones con la nación de matriz castellana (España) y que ha abjurado para siempre del término “región” aplicado a Catalunya, se convierte de pronto en el ideólogo y cabeza visible del regionalismo europeo”.

Pujol también formaba parte del influyente Comité d’Action pour l’Europe. ¿Qué pensarían sus antiguos colegas del comité al oírle comparar una Catalunya que se excluye de la Unión Europea con una Alemania que engrandeció Europa al reunificarse?

Para un viejo europeísta como Jordi Pujol esa es una contradicción de dimensiones insospechadas. En 1985, a punto de integrarse España en la Europa comunitaria, se congratuló porque “finalmente, después de tantos siglos de aislamiento, España se incorporase a Europa”. Añadía: “Para nosotros, catalanes, la integración europea significa volver a casa”.

Parece que las cosas han cambiado mucho desde entonces. Lo que Pujol avala es que Catalunya se vaya de aquella gran casa, a la que quieren incorporarse los países más heterogéneos. Desvincularse de España y de la Unión Europea, todo lo contrario de cómo sucedió con la Alemania del Este con la reunificación. Voces y ecos de Pujol.