Los dilemas de la Reserva Federal
Los Estados Unidos podrían sufrir una desaceleración económica aún mayor si Trump cumple con sus nuevas amenazas proteccionistas
El presidente Donald Trump se ha quejado en numerosas ocasiones de los incrementos de tipos llevados a cabo por la Reserva Federal durante su mandato. La semana pasada incluso afirmó que la Reserva Federal es su mayor “amenaza”.
El presidente del banco central de los Estados Unidos, Jerome Powell, fue nombrado por Trump, quién optó por no otorgar un segundo mandato a Janet Yellen. A finales de septiembre, la Reserva Federal elevó, por tercera vez este año, el federal funds rate (la tasa de fondos federales) 25 puntos básicos hasta la horquilla de 2%-2,5%.
La Reserva Federal abandona la política monetaria que lleva practicando desde 2008
Con dicho ascenso se ha aumentado la tasa de fondos federales sustancialmente desde el 1,5% de 2017. En su comunicado, la Reserva Federal anunció que prevé subir los tipos tres veces en 2019, además de otro incremento de 25 puntos básicos en noviembre.
El banco central, asimismo, ha advertido que abandona la política monetaria acomodaticia que ha practicado desde la crisis financiera de 2008. La tasa de fondos federales es el tipo de interés que cobran las instituciones financieras por prestarse fondos a corto plazo, y a su vez determina los tipos que pagan los consumidores y las empresas.
El repunte de la inflación y los salarios en el último año en principio justifica la acción de la Reserva Federal. El desempleo ha disminuido hasta un 3,7%, el nivel más reducido desde el año 2000. Pero también hay muchos argumentos en contra de los ascensos de tipos.
Una reciente encuesta revela que la mayoría de votantes no han aumentado sus ingresos con la reforma fiscal
La tasa de participación laboral, que calcula las personas con trabajo o que buscan empleo sobre el total de la población, es de solamente un 62%, inferior al 66% de 2008 y por debajo del promedio de las últimas décadas.
Dichos datos son un indicio de un mercado laboral aún holgado. Una reciente encuesta de Gallup revela que una gran mayoría de los votantes (64% frente a 31%) expresa que no han aumentado sus ingresos desde que se aprobó la reforma fiscal y los recortes de impuestos en diciembre de 2017.
La misma Reserva Federal pronostica una inflación de sólo 1,9% para 2018 y 2% tanto en 2019 como 2020. La entidad presididida por Jerome Powell estima que el PIB crecerá un 3,1% en 2018, pero dicha previsión puede resultar excesivamente optimista si Trump cumple sus nuevas amenazas proteccionistas contra China y Japón después de las elecciones.
El decrecimiento de la economía estadounidense
Todos los organismos vaticinan que la economía de EEUU se desacelerará en 2019 a medida que se desvanecen los efectos del estímulo aportado por la reducción de impuestos.
El consumo aporta el 68% del PIB de EEUU, y tipos más altos encarecen la financiación de las hipotecas, de los créditos de compra de bienes de consumo (automóviles, electrodomésticos), de la deuda de tarjetas de crédito y de los préstamos con los cuáles muchos estadounidenses se endeudan para poder pagar sus estudios universitarios. Los tipos más altos también provocan la apreciación del dólar, perjudicando la competitividad de las exportaciones de EEUU.
La Reserva Federal también debe tener en cuenta la debilidad de muchas economías emergentes, especialmente Turquía, Brasil y Argentina. Cuando Janet Yellen inició con gran cautela un leve ascenso de tipos en 2015, se produjo una huída de capitales de los países emergentes hacia los desarrollados por valor de 480.000 millones de dólares, la primera salida neta desde 1988.
Los índices bursátiles se resienten de la incertidumbre provocada por las medidas proteccionistas de la administración Trump. La probabilidad de nuevas guerras comerciales desatadas desde Washington después de las elecciones es otro motivo que aconseja prudencia a la Reserva Federal.