Los cuatro motivos de Pedro Sánchez para pactar con Bildu
El pacto presupuestario con Bildu es innecesario desde la aritmética parlamentaria, entonces, ¿por qué hacerse la foto y levantar semejante polvareda?
Un estudio de Gad3, la empresa de encuestas más fiable del momento actual, desvelo que el 60% de los jóvenes entre 18 y 34 años no sabe quién fue Miguel Angel Blanco ni quien es José Antonio Ortega Lara. El mismo estudio revela que el 40% de los españoles, de todas las edades, no sabe quién es Irene Villa.
Con estos datos no es tan extraño que Podemos, blanqueador oficial de EH Bildu-ETA, reúna tantos apoyos entre los jóvenes. La ignorancia de la historia reciente de España hace que el acuerdo entre el PSOE y Bildu no haga mella alguna entre los votantes más jóvenes de los dos partidos de la coalición gubernamental.
El dato es relevante porque justifica el desahogo con el que Pedro Sánchez viene desenvolviéndose con Bildu. Es oportuno recordar que el flirteo entre Bildu y Sánchez no es nuevo; primero fue el pacto frustrado para derogar la reforma laboral, donde Nadia Calviño ganó su última batalla. Hoy la aún vicepresidenta es una novia despechada.
Luego vino el momento en el que supimos desde la tribuna del Congreso cuánto dolor le provoca a Sánchez el suicidio de un etarra y finalmente el pacto presupuestario en el que el voto de Bildu es, por cierto, en aritmética parlamentaria innecesario.
Si el voto etarra no es preciso para aprobar las cuentas, ¿por qué hacerse la foto y levantar semejante polvareda? Hay varios motivos. El primero de ellos es que Iván Redondo sabe que la polarización y la crispación política favorece a los intereses electorales del PSOE.
Si Bildu es un tema de debate público, Vox sale favorecido y el intento de centrarse del PP se ve entorpecido. A más Bildu más Vox y menos PP. Redondo es un genio dado que consigue que la foto de Colón sea censurable pero el acuerdo de su jefe con ERC o Bildu no.
El acuerdo de Sánchez con Bildu empequeñece a Iglesias
La segunda razón es que el acuerdo con Bildu puede parecer que superficialmente refuerza las tesis de Pablo Iglesias, pero no es cierto; lo empequeñece. Las elecciones vascas pusieron de manifiesto que Podemos caía a peso a costa de Bildu. Eso es una gran noticia para Sánchez. A más Bildu, menos Podemos y, en consecuencia, un socio más débil y más barato para el tándem Sánchez-Redondo.
La tercera razón es bajarle los humos al PNV. Se podría alegar que dicho acuerdo deja en mal lugar al PNV, que para más inri gobierna con el PSOE en el País Vasco.
Pero eso también es una buena noticia para Sánchez, dado que si las demandas de los de Sabin Etxea son excesivas Redondo y Sánchez siempre pueden alegar frente a Aitor Esteban e Iñigo Urkullu que si no bajan el umbral de sus pretensiones ahí está Bildu que, a cambio de suavizar el régimen carcelario de los asesinos y secuestradores de, entre otros, los compañeros de partido de Sánchez, y de alguna alcaldía preferiblemente en Navarra, votan lo que les echen por delante.
Es algo con lo que los nacionalistas vascos no contaban cuando allá por el verano de 2018 votaron en una semana primero el Presupuesto de Mariano Rajoy y luego la moción de censura contra Rajoy.
Gabriel Rufián dijo durante el actual debate presupuestario que el PSOE debía elegir entre matemáticas y política; dicho de otra forma, los independentistas no están a favor de que Sánchez tenga una relación abierta con ellos que incluya a Ciudadanos y ahí llega el cuarto motivo.
Las elecciones catalanas son una oportunidad para Sánchez de certificar el retorno del PSC al centro del poder de la política catalana. El acuerdo con Bildu deja en mal lugar a Cs, que llegará a las elecciones del 14 de febrero muy debilitado por las luchas internas y las críticas públicas, incluidas las de Albert Rivera.
Sánchez y Redondo creen que la maldad de Bildu es un tema para gente ya ideologizada
Además la posición de Sánchez en clave catalana es comprensible: se sitúa a la izquierda desde la perspectiva del conjunto de España pero en posición de competir con ERC y los comunes desde la perspectiva catalana.
A la vez, lanza el mensaje a una parte considerable de la sociedad catalana que ha comprado la equidistancia, reparte culpas por igual y está harta del procés de que él es el mal menor porque la otra opción es la continuidad del independentismo con Carles Puigdemont moviendo los hilos.
En definitiva Sánchez y Redondo creen que la maldad de Bildu es un tema para introducidos, para gente ya ideologizada y que están fuera de su target. El acuerdo con Bildu, contra lo que parece en primera instancia, refuerza a Sánchez dado que le garantiza una legislatura larga y debilita a sus adversarios, que han pasado de soñar en ganarle a suspirar por su favor.
ERC, Bildu, Podemos, Teruel, el diputado de Revilla, el de Compromís suspiran como en Versalles por un guiño del Rey Sánchez. Lejos queda el 15M y otras ensoñaciones. Sánchez tiene el pulgar que señala la vida o la muerte de todo su flanco izquierdo.
La estrategia de Sánchez solo tiene un fallo, fundamental: que anula y convierte en censurable todo lo que ha hecho y ese pacto. Y es que, como dijo el hermano de los malogrados JFK y Bobby, Ted Kennedy, «en política, como en las matemáticas, todo lo que no es totalmente correcto está mal».
Y por lo que se ve ni Rufián ni Sánchez han leído a Kennedy ni saben gran cosa del menor de los Kennedy.