Los cortes de la Meridiana, en números
Existe un detallado informe sobre el impacto económico de los cortes de la Meridiana entre 2019 y 2020, que estima un descenso de la recaudación de los comercios más cercanos en torno al 30% o incluso el 40%
Yo vivía en Madrid cuando un grupo de independentistas empezó a cortar la Meridiana para protestar por la “sentencia del procés”. Empezaron el 16 de octubre de 2019. Tras un período de vacilación entre liarla un poco, liarla mucho y liarla más, en noviembre de 2019 los cortes empezaron a ser diarios. Y así siguieron hasta marzo del 2020.
Se dice pronto. Se piensa poco. En marzo de 2020 los cortes pareció que cesaban. ¿Se lo habían pensado mejor? No. Es que los vecinos de la zona y algunos jabatos activistas se empezaron a tomar la titánica molestia de ir CADA DÍA DEL MUNDO a pedir el permiso administrativo para manifestarse ahí mismo.
Si colocaban la petición a tiempo, los indepes se encontraban el espacio “cogido” y lo dejaban estar. “Jugada maestra”? Sí… pero a costa de un esfuerzo hercúleo, de un desgaste inhumano para personas y entidades que no cobran ni un duro y donde todo sucede por amor al arte. Sé de lo que hablo porque yo misma, cuando era miembro de la junta de Societat Civil Catalana, y luego presidenta en Madrid, había días que me preguntaba con angustia: “Grau, ¿hoy cuántas horas has dedicado a la causa y cuántas a ganarte la vida?”.
Circula entre los vecinos de la Meridiana el rumor de que las dos decenas de personas que siguen yendo a cortar esa arteria TODOS LOS DÍAS DEL MUNDO A LAS 20 HORAS igual no lo hacen gratis. Que igual cobran. A razón de entre 30 y 50 euros por barba, y que la “caja de resistencia” la pondría la ANC. ¿Un escándalo? ¿Un infundio? ¿Una leyenda urbana? Animo a algún joven estudiante de Periodismo a dedicar su trabajo de fin de carrera a investigar esto.
Es verdad que vas allí y te pasmas de ver siempre las mismas caras, los mismos jerseys, las mismas esteladas roñosas, el mismo bafle del que lo mismo sale L’Estaca de Lluís Llach que La Santa Espina…. Viendo lo que les cuesta a los vecinos, a los honrados vecinos que trabajan de sol a sol, juntarse un día, un solo día a la semana para protestar contra los cortes, cuesta de entender que haya gente con semejante disponibilidad de estar ahí SIEMPRE, por la cara y por la patilla. Vamos, como no sean los que cobran del Parlament sin ir…
Como decía, yo vivía en Madrid cuando los cortes empezaron. También cuando pareció que cesaban por la esforzada “contraprogramación” de los vecinos, hasta que estos no pudieron más, dejaron caer las pancartas y los brazos, y volvió a imperar la ley del más fuerte. Los cortes se reanudaron el 22 de mayo de 2020. Más de un año después, en agosto de 2021, los redujeron a tres cortes por semana (¿vacaciones pagadas?). En esa misma época modificaron el emplazamiento a cortar, se trasladaron a la esquina de Dublín con Concepción Arenal.
Con vacaciones pagadas o sin ellas, el 30 de agosto del 21 vuelven al tajo, es decir, al corte diario. En septiembre se trasladan a la intersección de la Meridiana con Fabra y Puig. El 2 de noviembre de 2021 se habían cumplido 568 días de cortes. Y los que han seguido desde entonces hasta ahora. Calculen. Figúrense.
La primera vez que yo estuve físicamente en un corte de la Meridiana fue ya como candidata de Ciutadans al Parlament, poco antes de las elecciones del 14F de las que ya va a cumplirse un año. Nos acercamos unos cuantos, hablamos con varios vecinos. Un señor mayor, un verdadero veterano del barrio, nos habló con todo lujo de detalles de aquel desastre civil cotidiano y nos agradeció enfáticamente nuestra presencia, aún advirtiéndonos (con algo de melancolía…) de que no nos iba a votar porque tenía comprometido por otro lado no sé qué “voto útil” para un partido al que ni se le ocurría, ni se le ocurre, aparecer por allí. Nunca. Me acuerdo mucho de aquel vecino, se daba un aire a los antiguos “capitanes” del PSC histórico, no sé si se acuerdan, no sé si me explico. Qué habrá sido de él y de su voto útil, pobre.
Ya entonces, entre nuestras propias filas, había quien tenía dudas de la conveniencia de ir o no ir a protestar contra los cortes en la Meridiana. Como siempre te dicen que vas “provocando”….Pero yo llevaba y llevo años de minifalda a mis espaldas. Incluso por un breve tiempo de mi vida fumé puros en público, como la Montiel. Cuando el pasado 4 de enero se planteó que los vecinos volvían a estar literalmente hasta la boina y que no podían más, allá que me fui con varios compañeros. De cabeza “al paredón” en la mejor compañía.
El 4 de enero había prensa, mucha prensa, a pesar de los denodados esfuerzos de los Mossos d’Esquadra por interponerse entre las cámaras de televisión y las pancartas de los vecinos. Vecinos y activistas, animados por el momentáneo foco de atención, volvieron a hacer de pancartas corazón y a hacer un esfuerzo: ellos no pueden ir cada día del mundo, pero sí un día fijo a la semana, que lo sepa todo el que quiera ir, poner su granito de arena cívica, apoyar. Eligieron los martes a las 20. Yo les prometí que iría, que iré, todos los martes que pueda, salvo razón de fuerza mayor. Por razón de fuerza mayor no entiendo tener hora en la pedicura sino estar, por ejemplo, fuera de Barcelona. Pero como eso tampoco es habitual, confío en poder estar allí muchos martes, muchas veces. Ojalá no hiciera falta que sean tantas porque se haya arreglado todo. Pero, al paso que va…
Cuando vas un día y otro y otro, también cuando no va la prensa, vas cogiendo confianza y la gente te cuenta cosas. Cosas alucinantes en el sentido de que no me puedo creer, como diputada, como periodista y como persona humana, que no se sepan. Que no se hayan querido saber.
Resulta que existe un informe, un detallado informe sobre el impacto de los cortes en el comercio del Eix Fabra Centre, informe que data ya de algunos meses (porque se detiene en el corte 568 del 2 de noviembre de 2021), informe que ahora tengo abierto en la pantalla del ordenador mientras les escribo, informe del que yo me enteré la semana pasada, visitando a los comerciantes de la zona. Que fueron los que me contaron que el tal informe fue en su día despachado al máximo responsable de Seguridad del Ayuntamiento de Barcelona, Albert Batlle, y a algún que otro grupo municipal de esos que, en la práctica, si te he visto, no me acuerdo.
Se estima que los cortes afectan directamente a 147 comercios del Passeig de Fabra i Puig
Inmediatamente solicitamos copia de este informe, que ya lo está mirando con lupa el equipo de Ciutadans en Barcelona. Lo lees y se te cae el alma a los pies. Ahí van los datos: se estima que los cortes afectan directamente a 147 comercios del Passeig de Fabra i Puig, pero que su influjo alcanza y condiciona a un total de 300 comercios. Todo ello empeorado por la hora elegida para cortar -de 20 a 22-, fastidiando un posible momento de gran afluencia de público que podría ir a comprar a la vuelta del trabajo. Expectativas destruidas por las dificultades de acceso en transporte privado e incluso público. Yo siempre voy en metro para ahorrarme sinsabores, menos un día que me llevaron en moto, y bueno, fue la aventura de llegar por detrás, aparcar en un punto ciego para los manifestantes, protegido por la Guardia Urbana…casi era más fácil cavar un túnel.
El informe de los comerciantes, ese informe olímpicamente ignorado por varios responsables políticos, estima el impacto económico de los cortes entre 2019 y 2020 en un descenso de la recaudación de los comercios más cercanos en torno al 30 o incluso el 40 por ciento. Es especialmente devastador el efecto “Meridiana, zona sin ley” para los transeúntes, que evitan pasear y hasta pasar por allí. Todo ello ha redundado en un pico de cierres de tiendas muy por encima de lo normal, incluso en plena pandemia. También hay comercios que han tenido que adelantar la hora de cierre ante la sequía de clientes…y para evitar males mayores, como un escaparate roto o vete tú a saber.
Que todo esto no es ni sale gratis lo acreditan hechos como que, cuando los cortes se trasladaron a Sant Andreu, rápidamente volvieron a circular los viandantes y los clientes. Hubo una momentánea recuperación, tronchada de raíz al volver los cortes a su actual epicentro, intersección de Meridiana y Fabra i Puig. Algunos de los comercios que han participado en el informe se quejan de tener las pancartas independentistas a la puerta misma. Que puede pasar cualquier cosa, vamos. Cualquier cosa.
Todo ello amenizado por incontables molestias para la movilidad de los vecinos, mayormente desde que los cortes se han “enquistado”, por no decir que han mutado en una especie de botellones de andar por casa. Bastan menos de 20 personas, las de siempre, para causar este estropicio ruidosísimo en la calle y en el momento, pero silencioso y sibilino en el daño que causa día tras día a la comunidad.
¿Tan difícil es poner pie en pared y hacer algo? ¿Indemnizar a los comerciantes afectados, por ejemplo? En Euskadi se empezó a acabar con la kale borroka en el preciso instante en que se mandó la primera factura de un autobús quemado a los padres de los cachorros abertzales que le habían pegado fuego…Si en vez de eso aún les hubieran añadido dinero, a saber dónde estaríamos…