Los artistas del independentismo
La prioridad política en Cataluña debe ser la reconstrucción del espacio político para volver a la estabilidad, no para alejarse de ella
La reconstrucción del espacio político es probablemente el factor más determinante para alcanzar la estabilidad en Cataluña. Nunca como ahora los partidos políticos, desgastados tras ocho años de pruebas de estrés del independentismo, han estado tan cerca de ser considerados más como manifestaciones artísticas provocadoras que como organizaciones capaces de gobernar.
Si miramos con atención el entusiasmo que despierta la causa independentista, veremos que está más orientada a preservar su estética de revuelta que a edificar un programa político que tenga como meta alcanzar el buen gobierno.
El ritmo con el que cientos de ciudadanos se han acostumbrado al «más difícil todavía«, sumando al de otros cientos que han dejado de mirar las complejas y agotadoras acrobacias políticas, desvela el grado de estancamiento del debate entre ilusionismos o realidad. Este hecho certifica que el espacio político en Cataluña es un solar, evocando la concepción artística de Robert Smithson: “los edificios no caen en ruinas después de construirse, sino que llegan al estado de ruina antes de construirse”.
Podríamos complementar esta imagen con la visión que tienen algunos creadores al acabar una obra: “cuando uno está tan metido en la creación de su obra, está tan alejado de la realidad, tan concentrado en su realización, que luego es inevitable que sobrevenga una caída, un vacío”.
La reconstrucción del espacio político en Cataluña ha de convertirse en prioridad política. En Europa, donde se han vivido escenarios de tensión de naturaleza distinta pero que han supuesto también ver como fuerzas políticas emergentes han desafiado los límites del estado, como ha ocurrido en Francia, Reino Unido o Alemania, se ha tomado el camino de sumar todas las energías políticas posibles para volver a la estabilidad y no para alejarse de ella.
Estas energías han ido en la dirección de encontrar fórmulas que permitan sumar sensibilidades distintas, desde la democracia cristiana a la social democracia, para abordar los retos que la sociedad necesita.
Los artistas del independentismo deberían seguir el consejo que André Breton le dedicó a Antonin Artaud: “haz la revolución en el arte porque si la haces en la vida perderás«.