Lo siento, pero el PP tiene un serio problema
El PP ha sufrido un enorme varapalo. La elección de los alcaldes de este sábado ha dejado al partido de Mariano Rajoy sin el gobierno de ninguna de las diez grandes ciudades españolas, salvo Málaga. La izquierda, con una política de pactos correosa, pero eficaz, ha dejado sin el mando a alcaldes del PP que habían ganado las elecciones. Y el PP se ha mostrado colérico, con críticas lacerantes contra el PSOE, al considerar que ha dejado de ser una alternativa de Gobierno y que se ha convertido en una bisagra para permitir el acceso al poder de fuerzas de izquierda como Podemos.
Pero el PP no acaba de ser consciente de que tiene un grave problema. No ha preparado ningún acercamiento con el PSOE en los últimos dos años. Y su forma de ejercer la oposición, con Rodríguez Zapatero como jefe del Ejecutivo, no fue, precisamente, la más adecuada como para pedir ahora un apoyo de los socialistas.
Hay que tener memoria. Y son suficientes dos datos. Con España al borde el precipicio, con las lágrimas de Elena Salgado, abroncada en Bruselas, Zapatero sacó adelante su decreto ley de medidas de ajuste, en mayo de 2010, gracias a la abstención de CiU, CC y UPN. Principalmente, gracias a los diez diputados que encabezaba el ahora vilipendiado Josep Antoni Duran Lleida.
¿Qué hizo el PP? Decir que todo era un desastre, y que había que echar a Zapatero. Tuviera o no razón, porque la gestión de Zapatero fue y es muy cuestionable, el PP no quiso saber nada de la responsabilidad de un partido crucial que se dice de Estado. ¿España? Le importó muy poco entonces España, una palabra que pronuncia el PP con fruición.
Y el otro dato: Rita Barberá no quiso ni recoger el acta de concejal en Valencia. No quería ver a Joan Ribó, el nuevo alcalde. Le han robado la alcaldía, asegura, porque ella fue la líder de la lista más votada. Pero en 1991 fue ella la que se alió con Unió Valenciana para sacar de la alcaldía a la socialista Clementina Ródenas, que ganó las elecciones, con 13 concejales, por los nueve de Barberá y los ocho de UV. ¿Ya no se acuerda?
Sabe mal. Es complicado explicar otros casos, como el de García Albiol, en Badalona. ¿Pero es que se esperaba otra cosa después de gobernar contra todos, diciendo que hay que «limpiar» la ciudad de inmigrantes, esperando ganar por mayoría absoluta, sin tejer ninguna complicidad con ningún grupo municipal?
El PP tiene un serio problema. Ciudadanos se la juega al prestarse a acuerdos con los populares. Pero dependerá del PP, de si quiere jugar en el nuevo tablero de la política española. No se puede pretender ya tener la razón en todo, creerse que todo el resto de partidos son una especie de apestados y que el sentido común sólo anida en la sede de la calle Génova.