Lo que queda de la OTAN

¿Dónde están pues los enemigos de Europa o de la OTAN? No los hay. La OTAN sigue en pie por inercia, no por necesidad

Si vis pacem para bellum, si quieres la paz prepara la guerra. La idea, que procede del imperio romano, jamás había tenido aplicación. Hasta la aparición de la OTAN, los preparativos para la guerra desembocaban fatalmente en guerra.

La OTAN es la máquina de guerra más temible que han conocido los tiempos. Sin embargo, nunca ha utilizado más que una mínima parte de su fuerza. Desde el año 1949, sólo ha participado en operaciones militares de baja intensidad si exceptuamos la invasión de Afganistán del 2001, tras los ataques terroristas del 11-S en los Estados Unidos.

La fuerza de la OTAN es tanta que no ha tenido necesidad de usarla

La primera no tuvo lugar hasta 1993 consistió en una zona de exclusión aérea en Bosnia, a fin de frenar los bombardeos serbios. Poco después, en el 99, pasó a la acción y bombardeó instalaciones serbias a fin de detener la guerra de Kosovo.

En el 2011 prohibió a Gadafi atacar a la población civil por el mismo procedimiento de la zona de exclusión aérea.

Que el número de operaciones sea tan limitado no quita importancia a la organización. Al revés, su fuerza es tanta que no ha tenido necesidad de usarla. El principal éxito de la OTAN consistió en ganar la Guerra Fría sin el menor enfrentamiento bélico con su oponente, el Pacto de Varsovia.

Para los países del Este, el único garante de libertad era la OTAN

La primera gran victoria incruenta de la humanidad ha tenido que esperar hasta finales del siglo XX. Desafiada e intimidada, incapaz de financiar un esfuerzo bélico equivalente, la Unión Soviética tuvo que darse por vencida.

Recuerdo varios viajes tras el telón de acero, a países satélites de la URSS, en los años setenta. Mis interlocutores, entonces jóvenes como yo, preferían la OTAN a las elecciones.

Las elecciones podían ser fraudulentas. La Primavera de Praga acabó con los tanques soviéticos en las calles. El antiamericanismo, entonces tan en boga, dificultaba la comprensión de semejante planteamiento, pero tenían razón. Para los países del Este, la única garantía de la democracia y la prosperidad era la OTAN.

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La importancia geopolítica de la otan en el mundo

La organización ha actuado en contadas ocasiones desde que se fundó en 1949, tan sólo en conflictos como Afganistán o Bosnia

La Unión Soviética no tenía el menor empacho en invadir a sus socios del Pacto de Varsovia. OTAN y libertad eran sinónimos. Como ganadora de la Segunda Guerra Mundial, la Rusia de Stalin se apropió de una buena porción de Europa. Como perdedora de la Guerra Fría, se quedó sin nada.

El Pacto de Varsovia se disolvió en 1991. Basta comparar un mapa de mediados del siglo XX con otro de finales. Todos los que preferían la OTAN están en ella. Georgia, Macedonia, Bosnia y Ucrania son los últimos que aspiran a ingresar. Suecia y Finlandia, que formalmente no pertenecen a la OTAN, participan en las maniobras como si estuvieran integradas.

El papel de la OTAN

No hay que discutir pues el legado de la OTAN. La Europa occidental se hubiera satelizado como Finlandia o peor aún de no ser por la OTAN. Ahora bien, la OTAN no sólo venció por su mayor capacidad y sofisticación armamentística.

La victoria se precipitó porque los ciudadanos de los países del Este europeo querían vivir como los del Oeste. No al revés. El Muro de Berlín no resistió a la presión popular. Las masas del comunismo ansiaban la libertad.

Rusia no tiene la menor intención de convertirse de nuevo en un imperio

Occidente tuvo un fallo en los años noventa. En vez de considerar a Rusia como una potencia vencida y en declive, podían haber ofrecido su incorporación a la alianza a cambio de una ayuda al desarrollo. Al fin y al cabo, Rusia es Europa.

Rusia, socio de la OTAN

A pesar de su lejanía política, de su orgullo recuperado y de los rifirrafes que saltan de vez en cuando, Rusia no es un enemigo de Europa sino un socio. Un socio incómodo pero socio. Sus “hazañas” bélicas son de consumo interno.

Rusia no tiene la menor intención ni posibilidad de convertirse de nuevo en imperio, y mucho menos de dominar Europa. Ni siquiera de influir más allá de la manipulación de la información.

¿Dónde están pues los enemigos de Europa o de la OTAN? No los hay. La OTAN sigue en pie por inercia, no por necesidad. De otro modo, un país miembro como Turquía tal vez hubiera podido degradar tanto su democracia sin que nadie rechistara.

Pero no se habrían tolerado, ni a Turquía ni a nadie, alianzas militares y geoestratégicas al margen de la OTAN sin que sufriera graves consecuencias. A no ser que las sufra por eso.

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