Lo que Mas no dijo en Madrid

Posiblemente nunca se sepa qué discurso hubiese pronunciado Artur Mas en la tribuna del Congreso de los Diputados. A la ciudadanía de Catalunya y de toda España podía interesarle conocer lo que tenía que decir el presidente de la Generalitat.

Desafortunadamente, Artur Mas decidió no ir, no expresar sus razones en el ámbito al que el Parlament de Catalunya había remitido su proposición.

La presencia y argumentación por parte de Artur Mas eran deseables. Fundamentalmente, porque eso era lo racional y lo ajustado al sistema normativo, porque él resulta ser el interlocutor principal y precisamente cuando todos los días se reclama diálogo.

Horas antes del debate en el Consejo de los Diputados, el conseller Homs ha dicho que en Catalunya, votar, se votará. ¿Era el momento más oportuno para decirlo? ¿Afirmaba o menguaba el sentido institucional antes de saberse, por más que fuera previsible, la conclusión en el hemiciclo de la Carrera de San Jerónimo?

 
Persiste el abstencionismo. Abundan los síntomas de desconcierto

Afortunadamente, los ciudadanos de Catalunya llevan décadas votando, ejerciendo su autogobierno en el sistema autonómico y delegando su voluntad en el total del Congreso de los Diputados. Es cierto, votar, se votará.

No habrá referéndum, salvo que se haga enfrentándose a la ley, y con probabilidad, se irá a unas elecciones autonómicas anticipadas. Por cierto, en este aspecto influirá en la fecha de convocatoria el interés del partido gobernante más que aquella inmensa mayoría de catalanes que ha sido tan invocada en la Carrera de San Jerónimo por los tres representantes del Parlament de Catalunya.

Según las últimas encuestas, un 46,8% da por sentando que no habrá consulta, un 38% supone que sí y un 14,9% no sabe/no contesta. Es una intuición acorde con lo que toda la clase política catalana viene reconociendo en privado: no hay consulta. De haberla, en estos momentos el sí a la secesión está en un 42,9%, el no se sitúa en 33,8% y un 23% no sabe/no contesta, según el barómetro GESOP. Este dato indica un incremento de la tendencia pro-secesionista.

Pero de estas impresiones demoscópicas no se deduce una inmensa mayoría favorable a la secesión, sino una sociedad crecientemente dividida y desconcertada. Persiste el abstencionismo. Abundan los síntomas de desconcierto. Importa a muchos –-por ejemplo– saber con claridad qué pasa cuando Catalunya queda ubicada fuera de la Unión Europa.

Por un elemental sentido de la ciudadanía, ni a secesionistas ni a partidarios de la permanencia de Catalunya en España puede apetecerles vivir en una sociedad unilateral.

Existe, como es propio de toda civitas, el derecho y el deber de mantener unida la sociedad catalana, de no fraccionarla. También es un deber de la política, porque la resolución de un conflicto es impracticable sin pluralismo.