Lo que estamos mirando
Todas las crisis que hemos vivido en los últimos años tienen en común que se han utilizado como cortinas de humo para ocultar o trabajar sobre los problemas que moldearán el futuro de nuestra sociedad
Cada una de las crisis que hemos vivido desde principios del siglo XXI tiene un elemento en común: convertirlas en cortina de humo de otros problemas que serán tanto o más determinantes para el futuro de la sociedad. Somos más capaces de ver las cosas que nos rodean que prestarles atención para establecer hasta qué punto nos afectan, en sentido positivo o en negativo.
Hoy hablamos de la tendencia al alza del recibo de la luz, que ha provocado una encendida polémica/crisis entre el gobierno y las empresas suministradoras de la electricidad, cuando la cuestión que debería preocuparnos es el modelo energético global que imperará en el mundo en los próximos años.
Prestamos más atención a los detalles para entender el desglose de la factura de la luz que a comprender cómo se puede parar el aumento del coste de la energía en el contexto de la lucha contra del cambio climático. Mientras países como Noruega hablan de la gestión post cambio climático, dando por sentado que ya se ha producido y que hay que trabajar sobre las consecuencias que está provocando, en muchos países se sigue hablando de la lucha contra el cambio climático como si fuera posible detenerlo.
Se discute sobre la mejor forma para acelerar la recuperación económica y alarman en los debates los datos de la encuesta de población activa que muestran que solo cotiza en España el 33,65% de la población, según las gráficas publicadas en el cuarto trimestre del 2020. Estos datos están mejorando lentamente con la salida de la crisis provocada por la COVID-19 pero no alcanzarán a corregir esta pirámide invertida en la que hay más personas dependientes del Estado que personas que coticen cada mes para mantener el estado del bienestar, que es la base en la que se asienta nuestro modelo de sociedad.
Seguimos discutiendo sobre la renovación de instituciones públicas que ahora se están produciendo, como es el caso del poder judicial o el defensor del pueblo, cuando son instituciones que siguen atrapadas en problemas de financiación y recursos para poder realizar adecuadamente su trabajo. En el caso de la justicia, que es uno de los tres poderes que rigen una democracia y que debe tener plena autonomía, la falta de recursos y medios para acometer su labor es más determinante para los ciudadanos que los representantes que dirigen los organismos públicos.
Este patrón se repite continuamente. La estrategia es provocar que los ciudadanos observen con nitidez la punta del iceberg pero casi nunca lo que sucede bajo el agua que oculta la parte más significativa de éste. Este patrón se basa en advertir que ha habido un accidente de tráfico pero sin establecer casi nunca las causas y soluciones para que no vuelva a producirse.
Esta tendencia conlleva a estar siempre sorprendidos por las noticias que se suceden, unas tras otras, sin dejar espacio a observar en qué medida nos afectan. Nunca como ahora habíamos dispuesto de tantos datos para tomar decisiones y dejar en segundo plano las opiniones.