Lo que delata el relator
Muchos celebran el final del diálogo considerándolo una victoria por la dignidad española frente la indignidad de pactos oscuros
Tras unos meses de notable esfuerzo político por parte del Gobierno español y de una parte del gobierno de la Generalitat orientado a restablecer el diálogo y reconducir el conflicto para encontrar solución viable, parece que la situación vuelve a estancarse.
Las razones de la ruptura son consecuencia del inicio del juicio a los presos independentistas que acciona una mecanismo de defensa en aquellas fuerzas políticas que se pueden ver comprometidas por el resultado del juicio.
La política española ya está aquejada del mal que vive la sociedad catalana desde el 2012
El equilibrio inestable conseguido estos últimos meses se ha roto a la espera que un nuevo contexto político lo pueda volver a poner en marcha. La celebración del juicio ha dejado al descubierto que es muy difícil armonizar el juicio, los presupuestos y el nuevo ciclo electoral.
Hoy el independentismo catalán sabe que está más solo y que la política española ya está aquejada del mal que vive la sociedad catalana desde el 2012; un mal que se expresa en la división política.
Muchos celebran el final del diálogo considerándolo una victoria por la dignidad española frente la indignidad de pactos oscuros. Para unos, lo que queda tras el diálogo es un paisaje desolador; para otros es la oportunidad de avanzar las elecciones generales para que vuelva la derecha; y los hay que piensan que ahora es el momento para que la política española haga un reset que la vuelva a poner en movimiento.
La evolución política española está marcada por cambios de ciclo políticos abruptos
Desde la transición, la evolución política española está marcada por cambios de ciclo políticos abruptos, provocados por acontecimientos excepcionales y convulsos.
Los cambios para alcanzar el poder se pueden comprobar en esta secuencia política: UCD deja paso al PSOE de Felipe González tras el golpe de estado fallido del 23 de febrero de 1981; tras 14 años de gobierno de González, el PP de José María Aznar gana las elecciones en un contexto de fuerte crisis institucional con notables casos de corrupción, como son el caso Roldán y los efectos del GAL.
Y sigue: en el 2004 llega al poder José Luis Rodríguez Zapatero, tras el atentado terrorista yihadista del 11 de Marzo, que arrastró al PP a perder las elecciones por la gestión de información y también por la entrada de España en la guerra de Iraq junto a EEUU y el Reino Unido; en el 2011, Mariano Rajoy llega a la Moncloa tras la errática y engañosa gestión de la crisis económica de Zapatero y el estallido del movimiento del 11 M que impulsó la creación de Podemos.
Continúa: su segunda legislatura se vio quebrada por la moción de censura que impulsó Pedro Sánchez provocada por dos factores: la corrupción del caso Gurtel, entre otros, y el conflicto con Cataluña; y ahora todo parece indicar que la actual legislatura queda rota por el conflicto catalán promovido por el independentismo político y la aparición de una nueva derecha española de marcado signo ‘nacional populista’.
En todos los casos se repite el mismo modus operandum, tras una fuerte crisis institucional provocada por factores extremos e impredecibles, como han supuesto el golpe de estado, los crímenes de estado, los atentados terroristas, la crisis económica, la corrupción y el conflicto catalán.
Los partidos políticos llegan al poder como resultado de un cambio de ciclo político generado por la ruptura de la sociedad al quedar sometida a un fuerte stress que trasciende finalmente a la contienda ideológica.
La interrupción del diálogo resulta sorprendente cuando en la declaración de Pedralbes, pública desde hace meses, se puede leer en su apartado Bases para el diálogo:
“Al frente de esta mesa de partidos se propondrá de común acuerdo una persona que será quien facilite la coordinación de los trabajos, de las convocatorias y fije el orden del día. Asimismo, ayudará a crear las condiciones idóneas para el diálogo, dará fe de los acuerdos alcanzados y determinará el seguimiento de su aplicación”.
“Transparencia y comunicación: las partes implicadas, con el apoyo de la persona encargada de facilitar el diálogo, establecerán cauces de comunicación para garantizar la transparencia de los acuerdos alcanzados, en su caso, y el mantenimiento del diálogo efectivo para la consecución de los acuerdos políticos”
La cuestión que debemos preguntarnos es analizar qué ha cambiado desde el 21 de diciembre hasta hoy para que una persona (el relator) propuesta por ambas partes en la declaración de Pedralbes no fuera denunciada entonces y ahora haya conducido a una crisis tan profunda en la política catalana y española.
El diálogo, un agente contrario a la democracia
Lo que ha cambiado es que dicha figura tomara cuerpo real a pocos días de iniciarse el juicio, en un contexto debilitado por un clima político marcado por el efecto Maduro en la política española impuesto por PP y Ciudadanos, la derrota de Susana Díaz y el ascenso de Vox en Andalucía como consecuencia del conflicto catalán, primar la figura del relator en un momento que se pretende despejar las dudas sobre la aprobación de los presupuestos y la mala comunicación realizada por la vicepresidenta de Gobierno que no supo explicar un acuerdo que era público para todos.
El esfuerzo para dar forma y continuidad al diálogo ha quedado debilitado porque el clima político y la opinión pública lo han convertido en un agente contrario a la democracia. La figura del relator ha delatado que unos y otros saben cómo llegar a acuerdos para solucionar el conflicto catalán pero no saben cómo explicarlo a los ciudadanos.